Estudio revela que más del 99% del fondo marino profundo sigue inexplorado, a pesar de más de 44 mil inmersiones registradas
La investigación, liderada por Katy Croff Bell, indica que el 71% de la superficie terrestre está cubierta por océanos, pero gran parte de sus profundidades sigue sin explorarse.
- Investigadores brasileños revelan planta psicodélica que podría combatir la depresión: "No es para todos"
- Científicos crean un sensor en forma de bandita para 'leer' las emociones, incluso cuando se ocultan

Pese a más de seis décadas de expediciones submarinas, la exploración oceánica continúa mostrando enormes vacíos. Una investigación publicada en la revista Science Advances sostiene que apenas el 0,001% del fondo marino profundo ha sido observado directamente desde 1958, lo que equivale a un área más pequeña que el estado de Rhode Island, en EE.UU.
El estudio, liderado por la oceanógrafa Katy Croff Bell y desarrollado por la Ocean Discovery League, revisó más de 44.000 registros de inmersiones para establecer cuánto territorio submarino ha sido realmente documentado mediante imágenes o presencia humana. Los hallazgos reflejan la magnitud del desconocimiento sobre uno de los entornos más vastos y críticos del planeta.
La profundidad menos explorada del planeta
El fondo marino profundo abarca todas las zonas oceánicas situadas a más de 200 metros bajo la superficie, donde no penetra la luz solar. Estas regiones presentan condiciones extremas: temperaturas cercanas al punto de congelación, presiones que aplastan estructuras no especializadas y niveles muy bajos de oxígeno. A pesar de que los océanos cubren el 71% del planeta, la mayor parte de su extensión, especialmente en las profundidades, sigue siendo un misterio.
La investigación de la revista Science Advances subrayan que incluso si los datos recolectados estuvieran subestimados por un factor de diez, el área observada seguiría siendo inferior al 0,01%. Este dato ilustra la limitada capacidad de la exploración oceánica para acceder y registrar visualmente ecosistemas que podrían ser clave para el equilibrio climático y la biodiversidad global.
La causa principal del rezago se relaciona con los altos costos y las dificultades técnicas. Equipos como submarinos tripulados, ROVs (vehículos operados remotamente) y sensores capaces de soportar altas presiones son costosos y escasos, lo que restringe el acceso a solo unos pocos países con infraestructura avanzada.
Solo cinco países dominan la tecnología para explorar el océano profundo
Según el informe, únicamente cinco naciones cuentan con la capacidad técnica y operativa para realizar exploraciones visuales efectivas en las profundidades oceánicas: Estados Unidos, Japón, Francia, Alemania y Nueva Zelanda. Esta concentración de recursos tecnológicos limita la participación de países en desarrollo y de comunidades costeras en investigaciones clave sobre los ecosistemas submarinos.
La doctora Katy Croff Bell explicó a Fox Weather que este desequilibrio plantea una seria preocupación. "La falta de observación directa impide establecer líneas base para monitorear cambios ambientales y tomar decisiones informadas ante amenazas como el cambio climático o la minería submarina", declaró.
En respuesta a este reto, el estudio recomienda invertir en nuevas tecnologías de bajo costo, como drones submarinos, sensores remotos accesibles y herramientas de código abierto. Estas soluciones permitirían ampliar la cobertura de la exploración oceánica y democratizar el acceso a los datos.
Ecosistemas únicos, especies no descritas y riesgos desconocidos
El fondo marino profundo alberga comunidades biológicas extremófilas, como las halladas en fuentes hidrotermales. En estas zonas, organismos como crustáceos ciegos, moluscos bioluminiscentes y peces sin pigmentación han desarrollado adaptaciones únicas, dependiendo de la quimiosíntesis para obtener energía. Según la NOAA (Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de EE.UU.), muchas de estas especies aún no han sido formalmente descritas por la ciencia.
La falta de imágenes y observaciones directas limita no solo el descubrimiento de nuevas especies, sino también la evaluación de riesgos derivados de actividades humanas. La instalación de cables submarinos, la acumulación de residuos industriales y la minería en aguas profundas podrían tener impactos irreversibles, aún no cuantificados, en estos ecosistemas vulnerables.
Además, un informe previo de Seabed 2030 señaló que solo el 23% del fondo oceánico global ha sido mapeado batimétricamente. El nuevo estudio va más allá: advierte que esa cifra no implica observación visual ni conocimiento biológico, por lo que el vacío de información es aún más profundo de lo que se creía.