Ciencia

Descubren una “superburbuja” a 500 años luz entre dos nebulosas de la Vía Láctea

Las nebulosas Perseo y Tauro, matrices de estrellas, constituyen la envoltura exterior de Per-Tau, una especie de esfera causada por un evento violento del universo.

Representación gráfica de la Vía Láctea, el lugar de la humanidad en el cosmos. Foto: Referencial / NASA
Representación gráfica de la Vía Láctea, el lugar de la humanidad en el cosmos. Foto: Referencial / NASA

Un grupo de astrónomos ha descubierto una cavidad gigante en la Vía Láctea, rodeada por las nebulosas Perseo y Tauro, que surgieron tras la explosión de al menos una estrella, según un estudio publicado este miércoles 22 de setiembre en la revista Astrophysical Journal Letters.

Las nubes moleculares de Perseo y Tauro, como se las conoce científicamente, han sido escrutadas por los astrónomos desde hace tiempo porque están relativamente cerca de la Tierra: a una distancia de entre 500 y 1.000 años luz. Se trata de un verdadero paseo interestelar, pues la Vía Láctea tiene un diámetro de 80.000 años luz.

Pero esas dos nebulosas tienen además otros interés: son matrices de estrellas, que se forman gracias a la mezcla de gas molecular y polvo galáctico.

Durante largo tiempo, los astrónomos creyeron que Perseo y Tauro estaban unidas por una especie de filamento; sin embargo, esta observación fue descartada posteriormente.

“Lo divertido es que hemos descubierto que sí están conectadas, pero no de la forma que imaginábamos, sino por una cavidad gigantesca”, explicó Shmuel Bialy, investigador del Centro para la Astrofísica de Harvard y del Smithsonian, para AFP.

Con la ayuda del telescopio espacial europeo Gaia, de herramientas de cálculo y la generación de imágenes tridimensionales, los científicos han conseguido crear un mapa de la cavidad, bautizada bajo el nombre de Per-Tau.

Hay que imaginarse a Per-Tau como una “especie de esfera cuyo interior está vacío”, una “superburbuja” de un diámetro equivalente a la distancia entre la Tierra y las dos nebulosas “matrices”: unos 500 años luz, comentó Bialy. Su envoltura exterior estaría constituida parcialmente por Perseo y Tauro.

En el interior, hay un poco de polvo estelar “pero de una densidad muy débil respecto a la de las nubes” circundantes, detalló el cosmólogo y astrofísico Torsten Ensslin, profesor asociado del Instituto de Astrofísica Max Planck.

Y una colega de Bialy, Catherine Zucker, astrofísica e investigadora posdoctoral, firma otro estudio en el que dice cómo, por primera vez, los científicos han conseguido recrear vistas tridimensionales reales, no simulaciones. Esto, para la científica, permite poner a prueba teorías mediante la observación directa.

“Pensamos que (Per-Tau) se debe a una supernova, una explosión gigante que liberó esos gases y formó esas nubes”, expresó Bialy. Él se atrevió a abogar incluso por múltiples supernovas en lugar de una sola.

Al estallar, una o varias estrellas moribundas liberaron y empujaron los gases en los que se bañaban, y esos gases formaron esa cavidad hace seis y 22 millones de años.

Con información de AFP.