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Ciencia

Descubren el planeta más parecido a la Tierra, oculto en el archivo del telescopio Kepler

No solo goza de una temperatura y tamaño parecidos a la Tierra, sino que está en zona habitable. La NASA no había advertido la presencia de este planeta.

Ilustración de cómo podría verse Kepler-1649c desde su superficie. Crédito: NASA.
Ilustración de cómo podría verse Kepler-1649c desde su superficie. Crédito: NASA.

Ningún científico notó cuando el telescopio espacial Kepler de la NASA detectó un planeta fascinante. Este 15 de abril, un grupo de investigadores anunció el hallazgo del planeta más parecido a la Tierra, orbitando en la zona habitable de una lejana estrella, a 300 años luz de nuestro planeta.

Este mundo rocoso, llamado Kepler-1649c, tiene un tamaño 1,06 veces el de nuestro planeta, casi idéntico. Además, recibe de su estrella anfitriona el 75 % de la cantidad de energía que recibe la Tierra de nuestro Sol, lo que significa que la temperatura del exoplaneta también puede ser similar a la de nuestro planeta. Estas características le podrían brindar las condiciones para albergar agua líquida.

El exoplaneta descubierto al examinar las antiguas observaciones del Kepler, que la NASA retiró en 2018. Mientras que las búsquedas anteriores con un algoritmo informático lo catalogaron erróneamente, los autores del nuevo estudio volvieron a revisar los datos y lo reconocieron como un planeta.

Kepler-1649c orbitando su estrella enana roja. Crédito: NASA.

Kepler-1649c orbitando su estrella enana roja. Crédito: NASA.

A diferencia de la Tierra, Kepler-1649c orbita una enana roja. Las estrellas enanas rojas son las que más abundan en la galaxia, lo que significa que planetas como este podrían ser más comunes de lo que antes se pensaba.

De los miles de planetas descubiertos hasta ahora fuera de nuestro sistema solar, algunos se parecen a la Tierra en ciertos aspectos, pero Kepler-1649c es el único que cumple con tres similitudes clave: tamaño, temperatura y el hecho de estar en zona habitable.

“Este mundo intrigante y distante nos da una esperanza aún mayor de que una segunda Tierra se encuentre entre las estrellas, esperando ser encontrada”, dijo en un comunicado Thomas Zurbuchen, administrador asociado de la Dirección de Misiones Científicas de la NASA en Washington.

Comparación entre la Tierra y Kepler-1649c. Crédito: NASA.

Comparación entre la Tierra y Kepler-1649c. Crédito: NASA.

“Si no hubiéramos examinado el trabajo del algoritmo a mano, nos lo habríamos perdido”, dijo Andrew Vanderburg, investigador de la Universidad de Texas en Austin y primer autor del artículo publicado en ‘The Astrophysical Journal Letters’.

Características intrigantes

Kepler-1649c orbita su pequeña estrella enana roja tan de cerca que un año en Kepler-1649c equivale a solo 19,5 días terrestres. El sistema tiene otro planeta rocoso de aproximadamente el mismo tamaño, pero orbita la estrella a aproximadamente la mitad de la distancia de Kepler-1649c, similar a cómo Venus orbita nuestro Sol a aproximadamente la mitad de la distancia que la Tierra.

“De todos los planetas mal etiquetados que hemos recuperado, este es particularmente emocionante, no solo porque está en la zona habitable y el tamaño de la Tierra, sino por cómo podría interactuar con este planeta vecino”, dijo Vanderburg.

Todavía hay mucho que se desconoce sobre Kepler-1649c, incluida su atmósfera, que podría afectar la temperatura del planeta. Los cálculos sobre las características del planeta aún deben confirmarse, ya que se trata de un mundo muy lejano. Pero con la información obtenida, se convierte en uno de los mejores candidatos para ser estudiado por los científicos que buscan mundos potencialmente habitables.

Un sistema único

Kepler-1649c no solo destaca por sus coincidencias con la Tierra, sino que proporciona una visión completamente nueva de su sistema solar: por cada nueve veces que el planeta externo orbita alrededor de la estrella anfitriona, el planeta interno orbita casi exactamente cuatro veces. Esta relación, conocida como resonancia orbital, se presenta de forma única en este sistema.

Los científicos destacan que el hecho de que sus órbitas coincidan en una relación tan constante indica que el sistema en sí es extremadamente estable y es probable que sobreviva durante mucho tiempo.

Además, la rareza de este fenómeno podría insinuar la presencia de un planeta en el medio, con el cual los planetas interno y externo giran en sincronía.

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