La práctica de videojuegos es actualmente el tipo de entretenimiento que mayor éxito tiene a nivel internacional, ya que cada día aumentan los usuarios activos en las diferentes plataformas gamer, ya sean consolas o los servicios virtuales para PC. Todo este boom trasciende desde hace casi 70 años, cuando la computadora era el equipo con mayor demanda y el desarrollo de juegos era, por entonces, una idea utópica para muchos.
A pesar de esta poca confianza en la creación de equipos dedicados al gaming, hubo cierto grupo de personas que apostaron todo por este negocio. Uno de ellos fue Ralph H. Baer, reconocido como el padre de los videojuegos por sus relevantes aportes, principalmente, por la creación del Odyssey.
“Soy un consultor de ingeniería independiente e inventor reconocido internacionalmente al que generalmente se le atribuye la creación de la industria de las consolas de videojuegos, en la década de 1960″, menciona Baer en su página web, dando un pequeño resumen sobre su perfil; no obstante, esta descripción es bastante humilde para lo que representa este personaje. Daremos un vistazo al pasado para comprender la magnitud de este ídolo.
Previamente al estallido de la Segunda Guerra Mundial, Baer y su familia se fueron de Alemania para migrar a Estados Unidos, en el año 1938, e iniciar de nuevo su vida. En su llegada al bloque americano, el protagonista de esta historia cambió su nombre de Rudolf a Ralph, esto por los malos recuerdos que le traía su anterior denominación relacionada al judaísmo.
Baer inició su aventura en la industria gamer de una manera muy peculiar, ya que a mediados de los 40′s vio el anuncio de un trabajo relacionado al “mundo electrónico” en una parada de autobús, lo cual, sin saberlo, luego le cambiaría la vida más adelante.
El afiche de la oportunidad laboral indicaba que los interesados tendrían la opción de estudiar la construcción de electrónicos, para luego trabajar en pequeños negocios de informática de la zona. Pero antes de esto, debía finalizar sus pendientes académicos; fue así como se graduó del Instituto Nacional de Radio, sirvió tres años en el Ejército de los EE. UU. y recibió el primer título de Ingeniería de Televisión del Instituto de Tecnología de Televisión Estadounidense.
Satisfecho con su educación, Baer estaba listo para enfocarse en ingresar a alguna firma de ingeniería antes de unirse al negocio heredado de BAE Systems, Sanders Associates, en 1956, donde supervisó el desarrollo de sistemas electrónicos para el Ejército.
Foto: Web Ralph H. Baer
Quién diría que en el lapso que Baer trabajó para Sanders se crearía la primera consola gamer en toda la historia. Y es que luego de que a la compañía se le otorgase la licencia para realizar sistemas de juego a su criterio, se dio paso a la fabricación de la Magnavox Odyssey , el componente más añejo de videojuegos que salió al mercado, oficialmente en 1972, llegando a vender un aproximado de 350.000 unidades y cesando su fabricación en 1975 debido al surgimiento de nuevas marcas y proyectos de esta línea.
Esta invención le valió a Baer ser invitado a otros proyectos y tener diversas ofertas para trabajar en empresas mejor posicionadas. Con todo a su favor, Baer declinó en otras propuestas y apostó por lo que sería su hijo favorito, como le decía de broma al trabajo más importante de su carrera.
En total, son más de 150 patentes estadounidenses y extranjeras que llegó a realizar, muchas de las cuales se encuentran en el área de electrónica de consumo; pero, sin dudas, siempre quedará en la memoria como el hombre que sentó la primera base para lo que hoy en día conocemos.
Foto: Arcady
Ya consolidado como el padre de los videojuegos, los premios para este ilustre ingeniero llegaron un poco tarde, pero valieron bastante la pena, ya que, en 2006, el presidente George W. Bush le otorgó una Medalla Nacional de Tecnología durante las ceremonias, en el East Room de la Casa Blanca.
Baer empezaba el siglo siendo honrado por su creación, desarrollo y comercialización de innovadoras consolas, y siendo catalogado como uno de los pioneros de videojuegos interactivos. Ese mismo año, recibió un doctorado honorario en derecho del Pierce Law Center, para luego ser incluido en el Salón de la Fama de los Inventores Nacionales en 2010.