No es una lista definitiva, pero en Rumbos nos animamos a elaborar el ranking de las diez celebraciones de Semana Santa que todo viajero peruano debería disfrutar en algún momento de su vida., Iván Reyna / Revista Rumbos No son todas ni las únicas recomendables. En todo el país la Semana Santa se celebra con gran fervor religioso, pero, igual, nos animamos a sugerirles algunas de las más famosas del Perú. PUEDES VER: Junín: joyas turísticas para visitar en Semana Santa Ayacucho Sobrecogedora, espectacular, inverosímil, son formas de describir la Semana Santa en Ayacucho. También creativa, lúdica, solemne, y con un fervor religioso que no se percibe en otras partes. Por eso, la Semana Santa de Ayacucho es la segunda más importante del mundo, después de la de Sevilla (España). Durante una semana se suspenden todas las actividades y las calles se cubren de hermosas alfombras de flores. Fieles a la costumbre andina de combinar lo triste con lo alegre, pues uno no se entiende sin el otro. Eso genera jocosas costumbres, como en el barrio de Magdalena, durante el Viernes de Dolores, cuando salen las andas del Señor de la Agonía y de la Virgen Dolorosa, y durante la procesión los pícaros concurrentes llevan agujas o espinas largas para pincharse mutuamente, como una forma de "ayudar al Señor en su dolor". También con agujas e hilos algunos cosen, disimuladamente, los vestidos de unas personas con las de otras generando hilarantes situaciones entre los asistentes. El Domingo de Ramos, la imagen de Cristo es puesta sobre un burro y da vueltas por la Plaza de Armas. mientras la gente agita las palmas. También ingresan alrededor de 300 mulas, asnos y llamas vistosamente adornados con cintas multicolores. La procesión de Miércoles Santo, que representa el encuentro entre Jesús de Nazareno y la Virgen Dolorosa, es la que más emotividad genera y vuelca a toda la sociedad ayacuchana a sus calles para mostrar su fe. Uno de los eventos que concitan la atención y figuran en casi todas las fotos de la Semana Santa de Ayacucho, es la procesión del Santo Sepulcro que el Viernes Santo a las ocho de la noche, sale del templo de Santo Domingo, la procesión. El cadáver de Jesús es llevado en una urna bellamente decorada con flores blancas. Los fieles, en cambio, van vestidos de negro. En un instante todas las luces se apagan y los feligreses acompañan la procesión con velas en las manos. Una imagen imborrable: mágica y telúrica a la vez. Multitudinaria procesión en Ayacucho. Foto: Archivo Rumbos Sábado de Gloria es un día de diversión, lleno de festejos populares, cohetes y peleas de gallos; pero lo que llama la atención son los robustos toros trasladados al cc¿entro de la ciudad, ante el susto de más de un transeúnte. Se trata del Pascuatoro, una costumbre que tiene más de 300 años. El Domingo de Resurrección, el Señor sale de la catedral para dar una vuelta a la Plaza de Armas en medio de un silencio sepulcral, clausurando así la Semana Santa. Valle del Colca En los 14 distritos de este valle de la provincia de Caylloma, Arequipa, la población participa con fe y misticismo en procesiones desde el Domingo de Ramos hasta el Domingo de Resurrección. La costumbre ordena edificar atractivos altares religiosos, donde los lugareños ofrecen todo lo que se produce en la zona:maíz, papa, quinua, durazno. De la misma manera, las 15 iglesias del valle -construidas en la época colonial- mantienen sus puertas abiertas. Omate Procesiones, fuegos artificiales, cánticos, alabanzas y bandas de músicos, el poblado moqueguano de Omate o la Villa de Omate, donde se erigen hermosos arcos adornados de flores, palmeras, olivos y las frutas recogidas en el valle. Los feligreses edifican siete altares llamados 'posas' al lado de la Parroquia de Coalaque, que a manera de escaleras alcanzan alturas de hasta 30 metros. Por ahí pasa la Virgen de la Dolorosa. Alrededor de la ciudad, los paisajes son imponentes, hay huertos con olor a lima y excepcionales viñedos. Plegarias en el pueblo de Omate, Moquegua. Foto: Archivo Rumbos Puno A 3,810 m.s.n.m. la Semana Santa se vive con la pachamama y rituales con hojas de coca. En la ciudad de Juliaca, la población tiene la costumbre de subir -en ayunas- al cerro Espinal para rendirle plegarias al Cristo Blanco y recoger espinas, de preferencia que tengan tres puntas. En el Apu Huaynaroque los creyentes prenden velas, y cada vela tiene un deseo: algunos piden salud, otros bienestar económico y también amor. La comida en la ciudad es en base a pescado o quinua, evitando el consumo de carnes rojas hasta el Domingo de Resurrección. La mazamorra de quinua con cal, el pesque y el thimpo de trucha son infaltables en el Viernes Santo. Catacaos Todo piurano sabe que la mejor gastronomía de la región se encuentra en Catacaos, por ello no es una sorpresa que los platos típicos vayan asociados a los eventos más importantes de Semana Santa. Como el tradicional banquete de los siete potajes, que se realiza el Jueves Santo e intenta ser una versión moderna de la última cena de Jesús con sus apóstoles. Primero sirven fruta; después un piqueo de queso, galletas y aceitunas; el tercer platillo es un contundente ají de gallina; la cuarta entrega consiste en sopa de ave; la quinta merienda es estofado y sopa de novios; el sexto, copús con plátano frito, camote y carnes sazonadas; y el séptimo es un dulce de duraznos en almíbar. Pero no sólo de pan vive el hombre, la espiritualidad de este pueblo ha convertido la Semana Santa de Catacaos en una de las manifestaciones más sentidas y majestuosas del Perú. Todo se inicia el Domingo de Ramos, cuando el Señor Triunfante recorre el pueblo en compañía de la Virgen María y San Juan Bautista. Al siguiente día, los honores son para el Señor Cautivo, que porta una corona de oro y una larga cabellera. La tradición de los Siete Potajes de Catacaos, Piura. Foto: Archivo Rumbos El Viernes Santo es día de duelo, hasta las chicherías que lucen un crespón negro, mientras por las calles deambula el “Doliente”, personaje ataviado de riguroso luto, que recibe el pésame de los vecinos, y es el encargado de invitar el banquete de los siete potajes, pero esta vez con platos hechos en base a pescados. Esa misma noche se lleva a cabo la procesión del Santo Sepulcro. Y el Sábado de Gloria las calles de Catacaos son un hormiguero de fieles que acuden a la procesión de la Pascua de Resurrección que anuncia la vuelta del Mesías. Es un momento de felicidad y el pueblo desborda de alegría cuando en la Plaza de Armas se vuelven a juntar las imágenes de la Virgen María y Cristo Resucitado. Cajamarca Vivir la Semana Santa en Cajamarca es vivir la fiesta de Las Cruces de Porcón Bajo (a diez kilómetros de la ciudad), donde una multitud de fieles se reúnen en Domingo de Ramos, para cargar cruces de más cien kilos, adornadas con velos y tafetanes, hojas de romero, palma y muchos espejos centellando bajo el sol, cuyo reflejo –dicen los devotos- representa el espíritu de la vida. Es una de las manifestaciones religiosas más sentidas del Perú profundo. Lamas En la Semana Santa en Lamas, San Martín, se vive la fe con una mística diferente. Este pueblo de habla quechua cree en Cristo pero también en el 'tunchi' (el espíritu del mal). Para el Viernes Santo, los gritos de compasión de la gente, los azotes y los sonidos de sentencia de las trompetas son tan reales que asombran a los turistas. La gente porta ramos de palmera de shapaja tejidas por las mujeres indígenas kechwas. Con más de 100 actores se escenifica la Pasión de Cristo. La noche del Sábado de Gloria, los jóvenes sacan sus mulas y caballos con muñecos amarrados que representan a Pilatos. La fiesta de Las Cruces de Domingo de Ramos en Porcón Bajo, Cajamarca. Foto: Archivo Rumbos Huaraz La Semana Santa en Huaraz, Áncash, se caracteriza por una muchedumbre que avanza en procesión, especialmente el Viernes Santo, cuando cargan a Jesús Nazareno en una amanecida denominada 'Waraki'. El Sábado de Gloria, exhiben un muñeco de tamaño normal caricaturizando a “Judas”, que lo velan hasta el amanecer, leen su testamento y proceden a ahorcarlo. Finalmente lo queman. Antes de regresar, anímese a experimentar turismo de aventura como ciclismo de montaña, canotaje, parapente, andinismo y caminatas por el callejón de Huaylas. Huancavelica En esta capital de la sierra central del Perú, la devoción se expresa mediante alfombras de flores naturales, para que el Señor recorra montado en su burrito blanco hasta el barrio de Ascensión. Durante la semana se ofrecen platos típicos, así como los ricos ponches. El sábado y domingo se programan carreras de caballos, en la que destacan los varones del grupo étnico chopccas. La fiesta se complementa con ferias agropecuarias, artesanales y comerciales, como la de Huaylas Trompeo, Champa Lircay y la Feria de Cuasimodo. Cuadro vivo de la Pasión de Cristo en Huancavelica. Foto: Archivo Rumbos Sicuani Este distrito de la provincia de Canchis (Cusco) tiene una especial devoción por la Semana Santa. Todas las comunidades participan de las fiestas de inciensos y alfombras florales, pero también es la ocasión para el reencuentro con los seres queridos. Los fieles comparten roles, algunos participan de la procesión del Santo Sepulcro en Viernes Santo, mientras otros siguen la tradición de recolectar plantas medicinales que poseen virtudes milagrosas. Estas solo se recogen el Viernes Santo.