La llegada de la COVID-19 al país replanteó y exigió el reforzamiento de las medidas sanitarias en todos los niveles de atención. El Programa Integral Nacional para el Bienestar Familiar (Inabif), entidad encargada de brindar cuidado a las personas en situación de vulnerabilidad y víctimas de abandono, no fue la excepción.
Sin embargo, pese a tomar las acciones de prevención y contención contra la COVID-19, albergues de la institución del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables reportaron residentes y trabajadores contagiados. En uno de los Centros de Acogida Residencial (CAR) ocurrió una serie de hechos que evidenciaron presuntas malas prácticas por parte del organismo. El caso aún está en investigación.
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Desde el inicio del estado de emergencia, los 66 Centros de Acogida Residencial (CAR) para niños, niñas y adolescentes, personas con discapacidad y adultos mayores cerraron sus puertas con el fin de reducir la exposición al nuevo coronavirus.
Las “jornadas atípicas” —como lo llamó la exdirectora ejecutiva de la institución Jessyca Díaz en una entrevista para El Peruano— permitieron que en el primer mes de implementación no se reportaran contagios para la nueva enfermedad.
Con esta medida, que hasta la fecha permite que los colaboradores se aíslen en los CAR por largos periodos para brindar atención presencial y permanente, se buscó cuidar la salud de los residentes, sobre todo el de las personas con discapacidad y adultos mayores (grupos de riesgo de la COVID-19).
Luego de haber pasado casi un mes desde el inicio del estado de emergencia, fue necesario rotar al equipo de trabajo que había decidido quedarse en los ambientes. Por ello, a finales de abril, el Inabif gestionó los recambios del personal de apoyo. La disposición indicó que los nuevos empleados que ingresaban a los centros debían pasar por pruebas de descarte de COVID-19.
En el CAR Renacer, dedicado al cuidado de las personas con discapacidad en desprotección familiar o riesgo social, también se aplicaron aquellas medidas. A finales de abril, ingresó nuevo personal de atención; no obstante, como comentó a La República un colaborador del centro, se sabía que había residentes y empleados con algunos síntomas de la nueva enfermedad.
“Nos enteramos de que había una persona que había estado mal, un trabajador (del primer grupo). (...) También que varios residentes habían estado con fiebre. (...) Nosotros entramos sanos, pero no teníamos la certeza de que los que estaban ahí estaban sanos”, detalló la persona que prefiere mantenerse en el anonimato.
Ante ello, el grupo que había ingresado con diagnóstico negativo exigió pruebas de descarte para todas las personas que estaban en el CAR Renacer. Sin embargo, como declaró la exdirectora ejecutiva a mediados de mayo a El Peruano, parte del monitoreo de la institución incluía que una semana después de los ingresos del recambio de personal se debían hacer nuevas pruebas de descarte.
El 30 de abril y el 1 de mayo de 2020, 116 residentes y 45 trabajadores y trabajadoras del CAR Renacer se sometieron a pruebas de COVID-19. El resultado indicó que siete habitantes y siete colaboradores dieron positivo para la nueva enfermedad.
"Todos estábamos bien hasta ahí, (sin síntomas). Fue una sorpresa verdaderamente que nos cayó como un balde de agua, nadie se imaginó lo que nos iban a decir. (...) Recién nos habíamos contagiado, no teníamos ningún síntoma. Los síntomas los comenzamos a sentir al pasar los días”, relató un trabajador que fue parte del grupo diagnosticado.
El Inabif, por indicaciones de la Dirección Regional de Salud Lima Centro, procedió al aislamiento de los residentes y colaboradores positivos a otro local del organismo: el Centro de Desarrollo Integral para las Familias (Cedif) Pestalozzi.
Uno de los empleados que acudió al nuevo ambiente recordó que el director del CAR Renacer de ese momento, Erling Maceda Cornejo, les indicó que si ellos iban a sus casas era muy probable que contagien a sus familiares. Así que, ante la premura del momento y lo impactante de la noticia, aceptaron trasladarse al nuevo espacio.
Asimismo, el trabajador comentó que el exdirector usó la condición de asintomáticos del equipo, pese a que la enfermedad evoluciona diferente en cada persona, para que siguieran al cuidado de los residentes en el nuevo local de aislamiento.
La indignación por parte del grupo de trabajo continuó al llegar a la nueva ubicación, ya que encontraron las camas, colchones y demás objetos que debían utilizar arrumados en el patio.
“Una vez que llegamos encontramos todo ahí en el patio. Todo lo que nos mandaron estaba tirado. (...) Ese Cedif estaba cerrado por la pandemia y parece que no lo limpiaban. Todo eso estaba infectado por cucarachitas y nos dejaron a nuestra suerte”, expresó un denunciante.
Con el pasar de los días, esperaron un seguimiento a cada caso; sin embargo, como explicaron, nunca hubo tal atención. Solo una persona del grupo mandaba hojas de control sobre cómo se sentían los trabajadores y albergados, pero ninguna otra observación, pese a que el CAR Renacer contaba con un equipo de salud.
“Habían pasado los días y veíamos que nadie iba a atendernos (...). Si nosotros no mandábamos una hoja control de cómo nos sentíamos, de cómo se sentían los residentes a la médica, (...) ella no nos lo pedía. Éramos nosotros prácticamente los que mandábamos con la finalidad de que nos atendieran, de que nos dijeran algo”, lamentó.
Los síntomas entre los contagiados aparecieron con el pasar de los días, como indicó la persona denunciante. Ello provocó que poco a poco los colaboradores se vayan retirando del lugar. Incluso, según comentaron, una residente, que tenía una condición médica previa, llegó a fallecer.
La República se comunicó con Erling Maceda Cornejo, quien aún labora en otra área del Inabif, para escuchar sus descargos. El exdirector del CAR Renacer declaró que tomó las “acciones inmediatas" para mitigar otros contagios en el centro de acogida. Asimismo, expresó que las autoridades correspondientes ya recibieron su versión de los hechos ocurridos en mayo y prefirió no ahondar en detalles.
Por parte su parte, desde el Inabif se nos comunicó que el suceso todavía se encuentra en investigación, aunque aceptaron que los empleados continuaron laborando pese a estar contagiados de COVID-19.
“En este espacio, los residentes permanecieron, inicialmente, bajo el cuidado de las y los trabajadores que también dieron positivo (entre el 02 al 26 de mayo de 2020), considerando su situación de asintomáticos y su intención de aprovechar el lugar para su aislamiento personal, hasta que, libremente, fueron retirándose por propia decisión”, se lee en el pronunciamiento.
Asimismo, la institución enfatizó en que todos y todas las personas fueron diagnosticadas como asintomáticos, es decir, no presentaron síntomas ante la nueva enfermedad y que recibieron monitoreo diario por parte del equipo de salud del CAR Renacer.
En el documento que enviaron a La República, Inabif indicó que para evitar situaciones similares, se ha establecido que los funcionarios de los CAR notifiquen a la Sub Unidad de Potencial Humano sobre el personal infectado y que “bajo ninguna circunstancia” se realice aislamiento en las instalaciones del organismo perteneciente al Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables.
Los hechos aún están en investigación. El último reporte de la entidad sobre la cantidad de personas contagiadas en los CAR data desde mediados de mayo. En aquel momento, la exdirectora detalló que había 69 niños, niñas y adolescentes; 19 personas con discapacidad y 17 adultos mayores albergados diagnosticados de COVID-19 y agregó que ningún residente había estado hospitalizado.