La viruela fue una enfermedad viral altamente contagiosa y mortal, que azotó el mundo por miles de años. Su forma y rapidez de propagación no se aleja mucho al del nuevo coronavirus, ya que el contagio se producía por la inhalación de gotas que salían de una persona contagiada.
La enfermedad se percibía con síntomas similares a los de una gripe como la fiebre y la fatiga, pero a estos se le agregaba la aparición de erupciones en la piel que luego se convertían en pústulos que dejaban cicatrices imborrables. Sus efectos fueron las deformaciones y la pérdida de la vista debido a la infección de la córnea que producía los cúmulos de piel.
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Las cifras demuestran que fue una enfermedad letal. Según se estima, solo en el siglo XX ocasionó la muerte de 500 millones de personas. Su nivel de mortalidad llegó a ser el 30 % de los casos.
Luego de miles de años, en 1980, la Organización Mundial de la Salud, por medio de una campaña de vacunación a nivel mundial, logró erradicar la enfermedad de la viruela.
Según la OMS, en el control de una enfermedad hay cuatro niveles: nivel de control, de eliminación, erradicación y extinción. El profesor del Instituto de Virología Humana de la Escuela de Medicina de la Universidad de Maryland (Estados Unidos), José Esparza, explicó a BBC Mundo cada uno de ellos:
Nivel de control: cuando una enfermedad sigue en la población, pero se mantiene en un bajo nivel de contagio debido a la medidas sanitarias implementadas.
Nivel de eliminación: se considera a la desaparición de una enfermedad en una parte del mundo, pero que continúa en otra región.
Nivel de erradicación: se considera erradicada cuando ha sido eliminada de todas partes del mundo. En este nivel se encuentra el virus de la viruela, la única enfermedad humana que se pudo eliminar a nivel mundial.
Nivel de extinción: cuando el agente o virus que produce la enfermedad ya no existe en la naturaleza ni en el laboratorio.
La erradicación del virus de la viruela empezó en el siglo XVIII, específicamente con los descubrimientos del científico británico Edward Jenner, el cual condujo a la elaboración de la primera vacuna en 1796.
Durante el siglo XIX, los países comenzaron a utilizarlas como rutina; sin embargo, esto no podía ser posible en todos los países por igual. Fue recién a mediados del siglo XX que se consiguió llevar la vacunas a todos los rincones del mundo.
Para esos años, todos los países ya se encontraba en el nivel de eliminación de la enfermedad. Sin embargo, fue recién con la creación de la Organización Mundial de la Salud que la erradicación fue una realidad. Apenas creada, la OMS se puso como principal objetivo llevar al nivel de erradicación a la viruela.
La campaña de la OMS inició en 1967 y terminó en 1978. Para entonces, la viruela ya había sido erradicada por completo, gracias al uso global y efectivo de la vacuna.
Si bien la vacuna fue el factor principal en la lucha contra la viruela, hubo otros factores que ayudaron a vencer la enfermedad: en primer lugar, cada caso de viruela era visible, tenía síntomas físicos que ayudaban en el proceso de localización de pacientes y posteriormente aislarlos. No había casos asintomáticos.
"Pero lo principal es que había una vacuna efectiva contra ese virus. En el caso de la viruela se cumplían de manera casi perfecta todas estas condiciones", indica Esparza.
Lamentablemente esas condiciones no se han visto en otras enfermedades, a pesar de los esfuerzos enormes que se han hecho para su erradicación.
Luego de 40 años de la erradicación de la viruela, el mundo vuelve a sufrir el azote de un nuevo virus: el nuevo coronavirus o COVID-19.
¿Será posible lograr su erradicación como se logró con la viruela? Todo parece indicar que para llegar a nivel de control tomará más tiempo del que pensamos.
“Creo que esta enfermedad va a darle la vuelta al mundo, quizás más de una vez, y eso va tomar varias oleadas de infección. Creo que vamos a ver a esta enfermedad siguiendo su curso natural. Y estoy casi convencido de que se va a desarrollar una vacuna”, señala José Esparza.
“Esa combinación del curso natural de la enfermedad más el uso estratégico de una vacuna no nos va a llevar a la erradicación de la COVID-19, y ni siquiera a su eliminación, pero sí nos va a llevar a su control”, finaliza.