En diversas partes del mundo, incluso en el país, muchas personas se han opuesto a la instalación de las antenas y se han construido mitos en torno a la tecnología de quinta generación (5G). Por ello, es común encontrar numerosos sitios web que advierten sobre los efectos nocivos en la salud humana, pero qué tan cierto es esto y qué tanto se sabe al respecto.
Antenas, teléfonos móviles o celulares 5G, antenas 5G son algunos de los tópicos más escuchados y leídos del tema últimamente. Lo cierto es que todos estos términos pertenecen a la comunicación inalámbrica y permiten conectarnos al mundo digital. En el país, todavía no existe la tecnología de quinta generación; sin embargo, sí hay otras mediciones sobre las ondas electromagnéticas.
La tecnología de quinta generación (5G) permite un “mundo hiperconectado”, como señalan algunas personas. Sus funciones van desde aumentar el volumen de las transferencias de datos; mejorar la capacidad de gestión remota; incrementar el número de dispositivos conectados y mucho más. Todo ello apuntando al fortalecimiento del internet de las cosas (IoT).
En el territorio nacional todavía no existe el 5G, es decir, ninguna de las antenas instaladas transmiten este tipo de conexión. Si bien esta tecnología fue implementada por primera vez en el mundo en el 2019, Javier Samaniego, investigador en INICTEL-UNI, indica que en el país este año se iban a realizar pequeñas pruebas; sin embargo, la coyuntura de la COVID-19 paralizó dichas acciones.
Inicialmente está ideado que el 5G en Perú se extienda en la frecuencia más alta, alrededor de 3.5 GHz, medida que no varía tanto sobre la que ya existe. Marcos Quispe, investigador en la Facultad de Ingeniería Eléctrica y Electrónica de la UNMSM, señala que podrían haber algunos efectos añadidos con la llegada de la nueva tecnología.
“Para frecuencias bajas, que va a utilizar el 5G —como es 3.5 gigahertz— se supone que los efectos van a ser parecidos a los que se están utilizando para la tecnología de cuarta generación (4G) o la telefonía móvil antigua, las frecuencias son casi las mismas (...). Aunque podrían haber efectos adicionales a los que ya se han estudiado porque hay una pequeña diferencia”, comenta Quispe.
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Hasta la fecha, el único efecto reconocido por la comunidad científica sobre las ondas electromagnéticas es el calentamiento. Un fenómeno visible y que se puede apreciar en un horno microondas. Sin embargo, en el caso de los teléfonos y las antenas, su frecuencia y potencia no se compara a este electrodoméstico.
Tanto Marco Quispe como Javier Samaniego indican que los niveles que se han medido en el país están muy por debajo de los límites establecidos por el ICNIRP (International Commission on Non-Ionizing Radiation Protection), institución internacional que define el umbral máximo para que esta tecnología no afecte en la salud humana.
“Las ondas electromagnéticas generan un calentamiento en los tejidos, obviamente los teléfonos y las antenas no emiten tanta potencia como para que —digamos— cocinar a un ser humano, como un horno microondas, porque las potencias son mucho menores”, explica el investigador de la UNMSM.
En febrero de 2020, la Organización Mundial de la Salud (OMS) informó que “después de muchas investigaciones” no se ha encontrado ningún efecto adverso “relacionado causalmente con la exposición a tecnologías inalámbricas”. Aunque la institución recalca que son pocos los estudios relacionados en las frecuencias que utilizará el 5G, ya que es nueva.
Antenas. Foto: Renato Pajuelo Zorrilla/La República
Si bien no se han comprobado efectos adversos en la salud humana hasta la fecha, desde mayo de 2011, el IARC (International Agency for Research on Cancer), organización dependiente de la OMS, incluye los campos electromagnéticos de radiofrecuencia (CEM-RF) en el Grupo 2B de agentes cancerígenos.
De los cuatro niveles existentes para catalogar a los agentes cancerígenos (Grupo 1, Grupo 2A, Grupo 2B y Grupo 3), esta condición considera los CEM-RF, por ejemplo de la radiación de los teléfonos móviles, como “posiblemente cancerígeno para los humanos”.
Tanto los organismos internacionales como estudiosos del tema enfatizan en la necesidad de continuar con las investigaciones. “Hoy no se puede decir que las ondas o los teléfonos móviles no causen ningún daño, se puede decir que no hay ningún efecto adverso comprobado”, expone Marco Quispe.
Sobre la nueva tecnología 5G, los organismos internacionales han solicitado retrasar la implementación, si no se hacen pruebas, ya que no hay ningún estudio fehaciente que indique si estas ondas electromagnéticas puedan ocasionar daños en los humanos.
“Las ondas reales de 5G, que son milimétricas, no sabemos qué efectos nos podrían estar ocasionando. Sabemos que podría ser calor, pero no sabemos a qué intensidad o cómo estaría afectando nuestro comportamiento celular del ser humano, entonces es necesario hacer estudios”, finaliza el investigador de INICTEL-UNI.