De acuerdo a las encuestas recientes, Keiko Fujimori sería la próxima presidenta del Perú. El voto que emitiremos el próximo 5 de junio supone una gran responsabilidad. Hay una propuesta de no asistir a votar, o votar en blanco, o viciar el voto. No son opciones neutras. Luego de la elección, el conteo se hace por ley solo sobre los votos válidamente emitidos. Los votos inválidos se distribuyen entre los participantes, en proporción al resultado que han obtenido. Así, los votos en blanco y nulos favorecen mayoritariamente a quien está en primer lugar: hoy, a Keiko Fujimori. Se estima en 14% el volumen de los votos blancos y viciados. Ellos definirán quién será el próximo presidente del Perú. Optar por la abstención es una protesta ante tener que volver a elegir el mal menor. Lo cubre a uno, además, del futuro reproche de haber apoyado a un candidato que va a decepcionar a sus electores. Se critica a la izquierda por votar por Fujimori el 90, por Toledo el 2001 y por Humala el 2011. Suele olvidarse que el 2001 y el 2011 se votó para cerrar el camino a la presidencia a Alan García y a Keiko Fujimori. Que Alberto Fujimori postuló en 1990 con un equipo de gobierno izquierdista y con un programa progresista que se oponía al shock que prometía Vargas Llosa, que traicionó apenas tomó el poder, aliándose con la derecha. Algo semejante sucedió con Ollanta Humala el 2011. ¿Podía adivinarse que ambos traicionarían el programa con el que fueron elegidos y a la gente que los llevó al poder? Si es así, para votar en el Perú debe poseerse el don de la clarividencia o un muy profundo conocimiento del alma humana, que, creo, no poseemos. Con PPK no hay lugar a engaño. Es ampliamente conocido, desde su alineamiento con la IPC, en 1968, cuando Velasco Alvarado nacionalizó esta empresa norteamericana; en su papel de lobista de corporaciones transnacionales, defensor de los intereses de los grupos de poder económico y firme defensor del modelo neoliberal. Su propuesta de hoy, de reintegro tributario del impuesto a la renta de hasta el 100% de las inversiones realizadas por las grandes empresas, está en la línea de lo que cabe esperar de él. A nivel económico, PPK y Keiko proponen remiendos a un modelo agotado y que no ofrece salidas; no hay lugar para ningún pacto sino para una oposición sostenida, levantando la alternativa programática de la izquierda. Pero a nivel político hay grandes diferencias. Kuczynski tiene una bancada menor que la del Frente Amplio y su implantación territorial es muy limitada. Concertará con el fujimorismo en el terreno económico pero corre el riesgo de que se lo traguen y termine cargando con la mochila de corruptelas y violaciones a los derechos humanos que este promete. Su poder presidencial va a tener un elevado contrapeso y eso es bueno para el equilibrio de poderes y para la democracia. La elección de Keiko Fujimori, en cambio, acabaría con la precaria democracia peruana y nos llevaría a un gobierno totalitario. Con el control del Legislativo y del Ejecutivo los fujimoristas buscarían de inmediato controlar el sistema de justicia, para borrar las evidencias que los incriminan. El socio y amigo de Kenji Fujimori, Miguel Ángel Ramírez, con quien postuló al Parlamento el 2011 y era copropietario con él de Limasa, la empresa en que encontraron 100 kg de cocaína, es primo hermano de Joaquín Ramírez, el brazo derecho y principal financista de Keiko, en cuyos locales sigue despachando Fuerza Popular pese a su “apartamiento”. Los Ramírez –Fidel, Joaquín, Miguel Ángel, Osias, este último parlamentario electo–, están investigados por la DEA, que sospecha que forman parte de la organización de Miguel Arévalo Ramírez, “Eteco”, el capo de las drogas en el Perú (http://bit.ly/1NFihie). Con la impunidad asegurada la corrupción crecería astronómicamente. El despliegue autoritario de estas últimas semanas, con fujitrolles, fujicomandos, psicosociales, sospechosos asesinatos de universitarios en las calles, con delincuentes que para arrebatar celulares tiran a matar, tendría el aval del poder legitimado en las urnas. El clientelismo sería financiado por el presupuesto nacional. Votaré el 5 de junio por PPK porque no voy a contribuir al triunfo de Keiko Fujimori, ni por acción ni por omisión.