Rudecindo Vega fue secretario general de Transparencia en la década de los noventa, en plena lucha contra el autoritarismo fujimorista. En ese entonces, conoció a un joven voluntario de nombre Nicanor Boluarte que, según sus propias palabras, se “sacó la mugre por recuperar la democracia”. Años después, como presidente del Servicio Nacional de Capacitación para la Industria de la Construcción (Sencico), volvió a cruzar caminos con el hermano de la presidenta de la República, que ocupaba la gerencia general de aquella institución. Esta vez, el recuerdo de esa convivencia no es nada feliz. “Yo pedí su destitución por corrupto”, afirma Vega. En esta entrevista ofrece detalles de su relación profesional con un personaje señalado por su gran influencia en las decisiones que provienen desde Palacio de Gobierno.
-Denunció haber sido separado de la gerencia general del Comité Nacional de Administración del Fondo para la Construcción de Viviendas y Centros Recreacionales para los Trabajadores de Construcción Civil del Perú (Conafovicer) por sus declaraciones políticas en contra del Gobierno de Dina Boluarte. La ministra de Vivienda, Hania Pérez de Cuéllar, pidió su cabeza en una carta del 10 de abril enviada al presidente del directorio, Jorge Rochabrunt Gamarra. ¿La ministra Pérez de Cuéllar actuó como simple emisaria y la decisión fue de la presidenta?
-Es correcto. La ministra acá no pinta, es una mandadera. Lleva un recado y lo cumple. Le pidieron esto y la desfachatez y prepotencia es tan grande que hasta decidió ponerlo por escrito en papel membretado del ministerio y, por tanto, del Estado. Entonces, no es la ministra, no es el presidente del Conafovicer. Es la presidenta de la República, Dina Boluarte, y su hermano, Nicanor Boluarte.
-Si bien el Ejecutivo tiene asiento en el directorio, el Conafovicer es privado. ¿Cómo el Gobierno pudo tener una influencia tan grande que llevó a su salida?
-Por eso el atropello es tan brutal. La institución nace en los setentas y hereda el concepto de la época -trabajadores, empresarios y Estado- con dos representantes del Gobierno, un representante de la Cámara Peruana de Construcción (Capeco) y cuatro representantes de los trabajadores. Pero es totalmente privado. El Gobierno se entrometió en una institución privada para exigir una destitución porque no le gustaban ciertas opiniones.
Vega fue ministro de Vivienda, Construcción y Saneamiento y de Trabajo y Promoción del Empleo. Foto: Andina
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-La ministra Hania Pérez de Cuéllar alegó que su despacho ocupa un solo asiento de los siete en el directorio y que no se le puede achacar la responsabilidad. ¿Qué responde?
-Cuenta solo una parte de la historia. Ella mandó una carta el jueves, el viernes hubo un directorio convocado previamente en donde el pedido de la ministra no tuvo respaldo porque los otros seis directores se opusieron. Se convocó a otro directorio cuatro días después, el martes, y de nuevo el pedido fue rechazado y se me invocó a que retire cualquier mención a la institución de mis cuentas personales. El jueves de nuevo se convocó a otro directorio en el que se cambió la decisión porque ya había una extorsión de por medio. Chantajearon a los directores que, por proteger a sus gremios, optaron por sacarme. No hubo ninguna declaración mía a nombre de la institución. Y tampoco me verán declarar en contra de los gremios porque ellos son tan víctimas como yo. Yo soy perseguido. Los gremios y los dirigentes fueron extorsionados con paralizar los proyectos de inversión que se venían trabajando.
-Algo no termino de entender bien: ¿cuál podría ser el interés del Gobierno en una institución de la que, me disculpará, muy pocas personas debían saber siquiera de su existencia?
-Más aún, entre broma y broma yo les decía a los trabajadores que el nombre Conafovicer es inentendible y que suena a remedio. Lo que dice es verdad. La institución es pequeña, es marginal. Y las opiniones que yo daba eran mucho más marginales. Agradezco por supuesto al Diario Uno el espacio que me brinda, pero en toda la composición de la prensa nacional es un diario pequeño.
-Por eso, ¿cuál es el interés?
-Tengo la impresión de que hay muchas cosas mezcladas. Una, la intención de callar voces críticas. Mi mensaje no era masivo pero llegaba al entorno de la presidenta y eso debe haber provocado alguna venganza.
-Imagino que se refiere a Nicanor Boluarte. ¿Cómo lo conoció?
-En los noventas, en Transparencia. Yo era secretario general y él era uno de los voluntarios. Era una familia (los Boluarte) que se sacó la mugre para recuperar la democracia. ¿En qué momento se desviaron? Él fue incorporado como un docente voluntario. Después lo encontré como gerente general en el Servicio Nacional de Capacitación para la Industria de la Construcción (Sencico), donde fui designado presidente. Dije yo, si él ha sido un voluntario que ha luchado por la democracia, entonces lo ratifico. No solo eso. Lo empoderé más porque le di más funciones.
-En ‘Cuarto poder’ dijo que descubrió contratos de empresas fantasmas y cupos por puestos, que encaró a Nicanor Boluarte y este no se inmutó. ¿Mantiene las pruebas consigo?
-Por supuesto. Es más, presenté un informe de más de 50 páginas, todo documentado.
-¿A qué se refiere con contratos con empresas fantasmas?
-Por ejemplo, hay un hecho sobre los sistemas de vigilancia y seguridad de los locales de Sencico. La empresa seleccionada daba un mal servicio. Se habían convocado a concursos para cambiarla que se declararon desiertos. Procuré que se haga otro concurso e insistieron con la misma empresa. Me trajeron un contrato que me negué a firmar y descubrí que la empresa era de un señor taxista en Chuschi, Ayacucho, que ni siquiera sabía que era el dueño.
-¿Todo avalado por Nicanor Boluarte?
-Todo sostenido por él. Él conducía todo el tema del concurso público.
Vega fue ministro de Vivienda, Construcción y Saneamiento y de Trabajo y Promoción del Empleo. Foto: Andina
-Entiendo que pidió al consejo directivo de Sencico que le retiren la confianza a Boluarte y no le hicieron caso.
-Por eso y más cosas.
-Claro. Pero lo interesante es que el secretario del consejo directivo era Enrique Vílchez Vílchez, el actual secretario general de la Presidencia de la República. ¿Correcto?
-Sí, es del equipo de Nicanor. Y han trabajado juntos en varios sitios, parece. Yo conversé primero con Nicanor y le dije que eran tantos los casos que le advertí que pediría que le retiren la confianza, salvo que renuncie. Él me dijo: “No voy a renunciar, vaya al directorio”.
-Sabía que no pasaría nada.
-¿Usted conocía que Nicanor fue miembro del directorio de Sencico, que renunció y al día siguiente ese mismo directorio lo nombró gerente general? Cuando me dicen que no van a sacarlo, presenté mi renuncia. Luego encaré al ministro de Vivienda y le dije: “Quédese usted con su corrupto, yo me voy”. El equipo administrativo con el cual trabajaba Nicanor es el mismo que tiene Dina Boluarte en Palacio. El equipo administrativo de la presidenta, ¿quién lo conduce? Enrique Vilchez. Ese solo dato debería servir para que las instituciones estatales que protegen los recursos del Estado actúen.
-¿Nicanor Boluarte es corrupto?
-Sin ninguna duda. Me ratifico: yo pedí su destitución de Sencico por corrupto. Y no solamente es corrupto, sino que gobierna con su hermana. Hay una presidencia fraternal. No es necesario que vaya a Palacio, porque todo su equipo administrativo está ahí. Yo lo digo: uno, este es un Gobierno inepto, incapaz e inútil. Dos, es un Gobierno autoritario y sangriento que se carga 50 muertos sin explicación. Y tres, es un Gobierno muy corrupto.
-¿Volvió a tener algún contacto adicional con Nicanor Boluarte luego de lo de Sencico?
-Mandó emisarios, pero yo decidí cerrar ese capítulo.
-Fue secretario general de Transparencia en la década de los noventa, en una etapa bastante complicada. ¿Encuentra similitudes con lo que ocurre hoy?
-Varias. Y algunas que son dolorosas y tristes. Hay una vena autoritaria y corrupta muy grande, pero ahora complementada con una enorme ineficiencia en la gestión de los ministerios. Con Fujimori algunos sectores funcionaban, ahora ni eso. Y otra cosa es que, en los noventas, teníamos líderes políticos y algunos partidos en los cuales, todavía, se podía creer en algo. Hoy no hay eso, hoy la clase política, lamentablemente, no es nada más que la expresión de crimen. El crimen se encuentra encaramado en las altas instancias del Estado, el crimen es el que nos gobierna, los delincuentes son los que mandan en el país. En los noventas se podía luchar políticamente. Ahora tenemos que luchar contra delincuentes. Y algo adicional es que con Fujimori hubo una ciudadanía que fue paulatinamente despertando y explotó en el 2000. Esta vez la ciudadanía parece que se está escondiendo. Da mucha pena ver encuestas en las que el 87% rechaza a la presidenta y al Congreso y, sin embargo, eso no se traduce en acción. Es como si la gente estuviera asumiendo, con resignación, que nos tienen que gobernar los delincuentes, los peores. Hay que hacerle una invocación a los buenos para que regresen a la política.