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Política

Se inicia entrega de víctimas de la masacre de Accomarca tras 37 años

Identificaron a 47 de las 69 personas ejecutadas y quemadas por patrullas del Ejército. Había 23 niños.

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Velorio. Los restos son velados en la iglesia de Accomarca. Foto: John Reyes/ La República

Por John Reyes, enviado especial.

Ayer comenzó el proceso de restitución de las decenas de víctimas de la masacre de Accomarca, cometida por miembros del Ejército el 14 de agosto de 1985.

Desde temprano, miembros del Equipo Forense Especializado (EFE) del Ministerio Público colocaron los huesos en pequeños ataúdes blancos, en presencia de sus familiares. Muchos no podían contener las lágrimas.

De los 114 restos exhumados hace varios años, solo 47 pudieron ser identificados, pues muchos eran solo huesos calcinados. Como se recuerda, luego de dispararles, los militares arrojaron una granada y prendieron fuego a las chozas donde estaban las víctimas.

Los forenses sacaban los restos de las bolsas de papel codificadas y las fueron armando en sus respectivos ataúdes. La mayor parte eran pequeños huesos quemados, en otros casos eran huesos de brazos o piernas y, en algunos, ponían cadáveres completos, como el caso de Filomeno Chuchón Teccsi, a quien los militares llevaron como guía.

Muchos familiares pedían que los cubran con las ropas que habían llevado. Sobre el ataúd colocaban flores y fotografías de cuando estaban en vida o dibujos de sus rostros porque no contaban con una foto de ellos.

Uno a uno fueron armando los cajones en un ambiente de la municipalidad de Accomarca y luego eran trasladados en una pequeña procesión hasta la iglesia donde serán velados hasta su entierro, previsto para mañana viernes.

Dolor. Familiares de Filomeno Chuchón Teccsi se reencuentran con él a 37 años de la matanza. Foto: John Reyes/ La República

Se ha logrado identificar a varios menores de edad, como el caso de Néstor Gamboa Pulido, que tenía 5 años; Valeriano Sulca de la Cruz, de 4 años; Nerio Baldeón Ramírez, de 3 años; y Edgar Pulido Baldeón, de nueve meses, entre otros.

De acuerdo con los testimonios, el 14 de agosto de 1985 fueron asesinados 23 niños, 30 mujeres y 16 varones.

Testigo de excepción

Victoria Baldeón Ramírez tenía 10 años cuando ocurrió la masacre. Ella se salvó de morir porque su mamá, Primitiva Ramírez, le ordenó quedarse a ver la comida y las ovejas.

“Por eso estoy viva. Ella se fue con mi hermanito a la reunión que convocaron los militares”, dijo. Ambos fueron asesinados.

Junto a su prima y una vecina, vieron que los militares llevaban diferentes personas a la pampa. Ellas se escondieron.

“Los militares, uno por uno, a las señoras agarraban y las llevaban al monte. Allí habían sido violadas. Allí estaba mi madre... Yo no sabía qué hacer”, relató entre sollozos.

La vecina fue a indagar lo que estaba pasando, pero fue detenida y asesinada. “Se fue y nunca regresó. Ella era la señora Delfina”, contó Victoria.

Vio cuando los militares los asesinaron a todos.

“Ni siquiera habíamos llegado al huaico y empezaron las bombas, muy fuerte. Cruzamos. La casa estaba ardiendo de fuego y todos disparaban”, señaló.

Las imágenes de la masacre no la dejan en paz, vuelven a su mente una y otra vez.

Cajas. Pocos cuerpos estaban completos, muchos calcinados. Foto: John Reyes/ La República