La imprecisión e impredictibilidad de los resultados de hoy tienen una explicación muy concreta: ningún partido pudo recoger la bandera del 30S. Era tan sencillo como eso: apelar a la euforia que generó la disolución del Congreso. Cosechar un sector mayoritario que necesitaba representación. Casi nadie, ni siquiera, lo intentó.
El Partido Morado hizo un amago en las últimas semanas, pero sometidos al ego de su líder, Julio Guzmán, que se puso como rostro de la campaña. Los quemó. Algunos candidatos del Frente Amplio trataron también, pero su caballito de batalla sigue siendo el cambio de Constitución, una propuesta que seguramente despierta muchas pasiones en sus chats de WhatsApp, pero en absolutamente ningún lugar más. El resto de partidos o no tienen las credenciales para hacerlo (la jugada más inteligente de Acción Popular es haberse hecho el muertito) o directamente se posicionaron a favor del Congreso disuelto o se diluye dentro del error estadístico.
El Congreso disuelto era un símbolo de la impunidad, tema convertido en el mayor clivaje de la sociedad peruana de hoy. A la hora de votar, sobre todo en una elección tan política como la congresal, el sentimiento contra la impunidad es absoluto. Insólitamente, en estos asuntos, muchos partidos –no solo el fujimorismo– se posicionaron al otro lado del sentir ciudadano. Algunos porque los casos Lava Jato y Cuellos Blancos les han tocado la puerta. Otros, por simple miopía política (al fondo de la tabla están los que creyeron que los asuntos de género son la preocupación máxima de una sociedad que puede ser conservadora, pero que además tiene muchas otras prioridades).
La apatía alrededor de estas elecciones fue alimentada –casi quirúrgicamente– por los medios. Como ha demostrado una estadística de Útero.pe, las agrupaciones contrarias al 30S ocuparon la mayor parte del tiempo en los principales espacios periodísticos de la radio y la televisión. Más del 50% del tiempo dedicado a gente que representa a ese 9% de peruanos que estuvieron en contra de la disolución del Congreso. Esta es una distorsión del debate que inflará hoy los votos inválidos. Así las cosas, a un partido proimpunidad le bastará con tener 8% de emitidos para meter 20 o 30 congresistas.
Se repite como un lugar común que el peruano no sabe votar. Pero en estas elecciones, más que nunca, se ha demostrado que no se trata de un problema de demanda, sino de oferta.