"El referéndum no es ni la panacea ni la irrelevancia. Tiene sus alcances y sus límites".,Algunos esperan mucho del referéndum y otros no esperan nada. Ambos se equivocan porque el referéndum no es ni la panacea ni la irrelevancia. Tiene sus alcances y sus límites. Le da la voz al soberano para que se pronuncie sobre algunas reformas limitadas de la justicia y de la política y para que libere al país del fujimorismo y del alanismo, las fuerzas más nefastas, oscuras y retardatarias del país de las últimas décadas. También hace viables algunos cambios institucionales y estatales. Pero no resuelve otros graves problemas de la política, de la sociedad y de la economía. Al día siguiente del referéndum, el Perú se sentirá aliviado pero seguirá siendo casi el mismo. El Perú necesita grandes cambios en todos los campos de la vida social. Por ahora me limito al campo de la política, comenzando por ella misma. En primer lugar, es necesario redefinir la política considerando varias dimensiones. 1. Hay que revalorar la política y el Estado que fueron devaluados y desplazados por el neoliberalismo para revaluar el mercado y colocarlo en el centro de la vida social. La política y el Estado importan tanto o más que el mercado para hacer viable la convivencia social. 2. Hay que rescatar la autonomía de la política (y del Estado) que el neoliberalismo anuló para subordinarlos y capturarlos dentro de una lógica neopatrimonial (apropiación de lo púbico y su manejo como si fuera un asunto privado). Hay que rescatar la política y el Estado de la captura neopatrimonial desplegada por el neoliberalismo. El neopatrimonialismo (neoliberal) es la principal fuente de la corrupción de estos tiempos. 3. Hay que poner la política al servicio del bien común (republicano) o del interés general (liberal) reconociendo que el pueblo (los ciudadanos) es el titular del poder político. Los ciudadanos otorgan legitimidad de origen a los que ejercen el poder político a través de elecciones libres y justas. 4. Reconociendo que la política y la ética son diferentes, es necesario establecer entre ellas una relación permanente. Distinción no significa separación. La ética tiene que vigilar la relación entre los medios y los fines de la política haciéndola justa y buena. En segundo lugar, es necesario reconstruir el Estado asumiendo las principales contribuciones republicanas, democráticas y liberales. Tenemos un Estado débil y maltrecho porque ha sido mal hecho. Tenemos que construir un Estado en forma impulsando el desarrollo de sus capacidades de tal manera que pueda ejecutar bien las funciones que tiene. Destaco algunas de estas capacidades: impositiva, coercitiva, la efectividad legal, la eficacia burocrática, la penetración estatal en la población y en el territorio. Ningún Estado es fuerte y autónomo con el 13% de presión tributaria (pt), un poco más de la mitad de la pt de AL (22 por ciento). Ningún Estado garantiza la seguridad de sus ciudadanos si no reivindica el monopolio de la fuerza. No hay justicia si la ley no es igual para todos en todo el territorio. No hay progreso si el Estado no garantiza la calidad de la educación, la salud y de otros bienes públicos. Volveré sobre otros cambios en el campo de la política.