La elección presidencial en los EEUU, donde Donald Trump iría a la reelección, es recién en el 2020. Pero la elección parlamentaria de mitad de periodo este seis de noviembre podría oscurecer el futuro de Trump desde el próximo año, si los demócratas ganan la mayoría en la Cámara de Diputados. ¿Tienen reales posibilidades? Un cálculo hecho por Cook Political Report, CPR, en hace poco más de un mes sugiere que sí. Los demócratas tendrían 182 curules seguras, 10 probables y tres en riesgo. Esto frente a 147 seguras, 51 probables y 42 en riesgo del partido republicano. Así, los demócratas estarían a casi 30 curules de la victoria, que requiere 218 votos de 435. El optimismo de CPR se funda en la gran cantidad de curules republicanas que está en veremos. Los cuadros de Real Clear Politics, RCP, lo ponen de otra manera, acaso más gráfica, y menos alentadora: hay 32 votos sueltos en la competencia por diputados, los cuales pueden darle la victoria a cualquiera de los dos partidos. Mucho más optimista es el pronóstico de los analistas de FiveThirtyEight, cuyas mediciones le dan a los demócratas 84.3% de posibilidades de ganar el control de la cámara de diputados. Otro espacio para el optimismo anti-Trump es la lucha por el Senado, donde según RCP hay seis curules que decidirán la mayoría. Pero en los dos tercios del Senado que no están en disputa los republicanos controlan 51 de 100. Con lo cual defiende nueve votos para mantener el control del Senado, mientras que los demócratas están defendiendo 26. Esta es la primera elección plebiscitaria a la que estará sometido Trump. En su peor escenario, el trumpismo pierde la mayoría en las dos cámaras. En un viraje menos dramático, se calcula que aun si los republicanos ganan, no podrán mantener lo logrado en el 2016. Lo cual representaría una advertencia seria para las elecciones del 2020. Una mayoría demócrata en la cámara de Diputados sería una señal de un declive de Trump y le daría nuevo vuelo a las investigaciones parlamentarias de su actuación, la pública y la privada. Luego permitiría el bloqueo de numerosas iniciativas de su Ejecutivo, y daría nuevo oxígeno a la maltrecha agenda del liberalismo.