Quisiera proponer otra aproximación a por qué Alan García retorna al Perú. Su prioridad hoy es dar la pelea –junto a Keiko Fujimori– para no perder el control del sistema de justicia.,Estimado Mirko, Leí con atención tu columna del sábado (“De vuelta al ruedo”). Quisiera proponer otra aproximación a por qué Alan García retorna al Perú. Su prioridad hoy es dar la pelea –junto a Keiko Fujimori– para no perder el control del sistema de justicia. Les ha tomado mucho tiempo construirlo y no renunciarán a él así no más. Comprender este vínculo entre política y justicia es de suma importancia porque los acontecimientos que vienen estarán marcados fundamentalmente por esta realidad. Recordemos que una primera pelea en torno a la Fiscalía de la Nación se dio cuando estalló el caso Áncash. La salida de José Peláez Bardales y el ingreso de Carlos Ramos Heredia fue la culminación de una de las disputas entre García y Humala. Pues durante su segundo período, García había arremetido con denuncias judiciales contra Humala, mientras que durante su mandato, Humala le creó la megacomisión en el Congreso. Ya vimos cómo terminó esa historia. Con ambas partes destruidas políticamente pero sin ningún cambio sustantivo ni en la Fiscalía ni en el Poder Judicial. Y es posible que así también sea lo que viene con la nueva pelea en curso: o ambas partes, Vizcarra vs Keiko-García, terminan destruidos, o una de las partes gana. ¿Tiene Vizcarra la fuerza suficiente para lidiar con una red construida durante tanto tiempo? Para comenzar, Vizcarra tendría que ser consciente de la dimensión del problema. Hasta ahora parece haberse dado cuenta de que hay partidos y líderes políticos que no quieren implementar las reformas de la justicia y del sistema político. Pero no necesariamente entiende que desmantelar esa red tomará demasiado tiempo, con los peligros que ello implica para su gobierno y para el país, salvo que se tomen medidas excepcionales que vayan más allá del referéndum. Además de ello, está claro que Vizcarra necesita renovar su gabinete y así contar con el músculo político necesario para dar esta pelea. ¿Sería suficiente? Vizcarra también tiene a las calles de su parte. El problema es que las protestas en el Perú siguen siendo relativamente débiles para la magnitud del problema. Si Vizcarra quiere tener a las calles más fuertes y empoderadas, tendrá que asumir él mismo el liderazgo de esas movilizaciones. David