Cada uno mira desde su propia posición, influido por los medios que frecuenta, llevado dócilmente de la mano por sus simpatías o sus tirrias.,Circulan varias maneras de comprender la crisis judicial. Algunas son sinceras, otras interesadas. Unas se aferran al sentido común, otras exhiben una polémica extravagancia. Unas celebran, otras se lamentan. Todas buscan, cada una a su manera, aportar algo, aunque no todas lo logran. Aquí va un muestrario, seguramente incompleto, de opiniones: - El gran escándalo es solo la consecuencia inesperada de una modesta investigación sobre una oscura banda criminal del Callao. - El destape fue montado desde el primer momento como una conspiración cuyo propósito era ir más allá de lo judicial, y llegar hasta la política. - Se trata de una calculada movida de sectores de izquierda para desestabilizar el statu quo, con el objetivo final de precipitar nuevas elecciones. - Estamos ante un complot de sectores progres, caviares, liberales, para retomar alguna forma de poder institucional perdido por el camino. - El destape ha frustrado una operación de control de lo judicial en marcha desde la derecha, por parte de varios partidos. - Es una lucha interna entre grupos de funcionarios judiciales por la captura de la institución, sus altos cargos y sus mecanismos de control. - La crisis ha sido promovida para distraer del caso Lava Jato, y aliviar de esa manera la situación de importantes políticos comprometidos en él. - Lo que estamos viendo no es novedoso, y no debe extrañarnos, puesto que lo judicial siempre ha funcionado como una cultura de la corruptela en el país. - Lo que se ha descubierto es inédito, y tiene un fuerte potencial de cambio constitucional, e incluso de una refundación republicana del país. - El sistema judicial se puede arreglar con una reforma, pero sus efectos serán transitorios, como lo fueron los de la limpieza post-fujimorista del año 2000. - Todo lo que está sucediendo está muy bien, siempre y cuando no afecte el orden de fuerzas políticas surgido de las elecciones del 2016. Si el lector se siente confundido por la riqueza de perspectivas, que van desde el Armagedón hasta la idea de que no pasa nada, eso es comprensible. Cada uno mira desde su propia posición, influido por los medios que frecuenta, llevado dócilmente de la mano por sus simpatías o sus tirrias.