Leuridan combina la condición de conocedor de la historia del pensamiento ético con la de crítico severo de la manera en que han ido evolucionando las costumbres en el mundo de estos últimos, digamos, 100 años.,Que un libro sobre ética haya llegado a necesitar reimprimirse en el Perú es notable. Se explica en parte por ser texto en un curso que el padre Johan Leuridan dicta en esta universidad, donde es decano, pero también por un interés más difundido, expresado por las ventas en librerías. Queremos pensar que El sentido de las dimensiones éticas de la vida (USMP, Lima) ha llegado más allá de los estudiosos y los profesionales, hasta las manos de lectores sin especialización alguna, atraídos por el tema mismo. La prosa sencilla y clara del autor, y su disposición a llamar al pan pan y al vino vino no los habrá desanimado. Leuridan combina la condición de conocedor de la historia del pensamiento ético con la de crítico severo de la manera en que han ido evolucionando las costumbres en el mundo de estos últimos, digamos, 100 años. En su reunión de los recursos del historiador y del crítico, este libro viene a ser una historia de la decadencia en el aspecto espiritual de la humanidad occidental. La responsabilidad en la fase más reciente y aguda de esta caída ética ha sido el desarrollo explosivo de una tecnología sin control. Leuridan sintetiza el sentido del malestar en algunas frases de epigramática elocuencia. Como cuando dice “En una sola palabra, esta sociedad es el atentado contra el primer principio de los derechos humanos: la vida” u “Hoy en día muchos de los líderes políticos y culturales en varios países del mundo son también… la expresión de una sociedad sin valores éticos”. A esta situación Leuridan le contrapone el amor de Cristo, como un elemento reparador de siglos de daño moderno, producido por la “contradicción entre naturaleza y cultura”. En un mundo donde percibe que los valores han desaparecido, Leuridan busca un lugar para la conducta ética, y sólo lo encuentra en la trascendencia cristiana. Así, Leuridan logra despertarnos a la idea de que la condición humana está en problemas serios; como si en cuanto humanidad hubiéramos tropezado en la marcha de las ideas y perdido el camino hacia lo que el autor considera el verdadero progreso: lo espiritual frente a lo material.