Un gabinete de tono tan bajo puede obtener buenos resultados, pero siempre requerirá un intenso trabajo de coordinación.,Un gabinete nuevo siempre tiene algo de anticlímax, y este no es la excepción. Esto se escribe cuando todavía hay unas pocas carteras importantes por decidir, pero la satisfacción y el descontento ya están en el ambiente. Ambos sentimientos muestran que la evaluación de nuevos gabinetes no es un ejercicio objetivo, y menos una ciencia exacta. La inexactitud viene en parte del prurito de juzgar el todo por una de sus partes. Así, el ministro que desagrada es visto como prueba de la inclinación de todo el gobierno en determinada dirección. Como si no bastara que el ministro se dedique a influir en los temas de su propia cartera, y los gabinetes tuvieran que ser 100% homogéneos. Sin embargo las intuiciones sobre cómo sería el Ejecutivo de Martín Vizcarra no han estado tan desencaminadas. Hay una abundancia de figuras con más prestigio profesional que presencia en el primer plano de la política. Alguien lo ha llamado, suponemos que con ironía, un gabinete de viceministros. En efecto un cierto número de ellos viene de allí. El primer gabinete del anterior gobierno fue rápidamente bautizado como de tecnócratas, una chapa que luego se prestó a la sorna. El gabinete Villanueva parece más difícil de definir con una palabra. Al final el regionalismo no ganó la prominencia que se anunciaba. Da la impresión de que antes que ministros simpáticos a uno y otro sector, se ha buscado ministros que no despierten resistencias. Aunque ya se está viendo que esto resulta casi imposible en esta era de descalificaciones. Hasta este momento nada sugiere mayor turbulencia en la ceremonia del voto de confianza que se viene. Pero el costo de un gabinete sin resistencias, si acaso es eso lo que estamos viendo, es que también será, con las excepciones del caso, un gabinete sin mayores simpatías en el mercado político. En conjunto no representa una línea particular de trabajo, más allá de una apuesta por la eficiencia administrativa. Una fórmula conocida que no despierta pasiones. Un gabinete de tono tan bajo puede obtener buenos resultados, pero siempre requerirá un intenso trabajo de coordinación. No solo entre ministros, sino entre ministerios y comisiones especializadas del Congreso. Todo esto en nombre del planteamiento de Vizcarra de que ningún poder avasalle al otro en el nuevo gobierno.