Si el Presidente es vacado este jueves no habrá una marcha, una protesta, una lágrima por él. Todo lo que ha sucedido le fue advertido desde que sacrificó a su ministro Jaime Saavedra a manos del Congreso. ,En un extremo de esta playa hay una esquina de arena plana y amable que, cuando baja la marea, permite cruzar a la siguiente playa, a veces, sin siquiera mojarse los pies. Los niños pueden jugar en esta orilla sin temor y sus padres no preocuparse por su seguridad. Sin embargo, los que conocen bien esta zona saben que cuando la marea sube, el mar se lleva esa arena que parecía firme y aparece un roquerío filudo y peligroso. No es que nunca estuvo ahí. Siempre está, escondido, esperando para emerger cuando las aguas lo llamen. Miro esta orilla desbordada y peligrosa y me parece un símil de lo que hoy sucede en la política peruana. La estabilidad, esa arena firme y amable, es sólo una apariencia fugaz. Las rocas filudas esperan su momento para arañar los pies de quienes se atrevan a cruzarlas. Nuestro actual Presidente creyó que caminaba por un piso parejo cuando, por debajo, sus secretos, los que no recuerda, los que alega que su desordenada memoria no recoge, emergen para traerlo abajo. Siempre estuvieron ahí. Ocultar hoy lo que a todas luces se sabe –en el análisis más benigno, un manifiesto conflicto de interés– es no ver esas piedras gigantes que él mismo enterró en su pasado. Una marea llamada Lava Jato se llevó toda la arena y ha quedado ahí, aún parado entre las aguas rugientes, pero a punto de caer. En estos días confusos les sugiero que se aferren a la única tierra firme que queda en una débil democracia: su Constitución. ¿La infringió el entonces ministro Kuczynski? El artículo 126 lo dice con claridad: “Los ministros no pueden ser gestores de interés propios ni de terceros ni ejercer actividad lucrativa, ni intervenir en la dirección o gestión de empresas ni asociaciones privadas”. Con lo que conocemos hasta hoy, seguir mintiendo es inútil. Su credibilidad se perdió cuando, estando dispuesto a lo que sea para aferrarse al poder, mintió a todos e indultó a Alberto Fujimori sin ganar nada permanente a cambio. ¿Principios? Ninguno. ¿Intereses? Todos. Sus erráticos intentos de seguir aferrado al poder van desde una hipócrita “reconciliación” hasta una acusación de traición que, mirándolo bien, lo tiene a él mismo de protagonista. Los más probable es que las infracciones constitucionales y delitos que pueda haber cometido Kuczynski (negociación incompatible, por ejemplo) estén prescritos y que una investigación posterior a su presidencia no arroje una sentencia condenatoria porque lo favorezca el paso del tiempo. Pero eso no invalida la capacidad de mentir y de anteponer su provecho personal a los principios democráticos. ¿Debe ser vacado? Hay voces serias que discrepan. Me alineo con los que creen que la institución de la vacancia no aplica a este caso y que si esta se da sólo será porque alcanzaron los votos para hacerlo. Pero si el Presidente es vacado este jueves no habrá una marcha, una protesta, una lágrima por él. Todo lo que ha sucedido le fue advertido desde que sacrificó a su ministro Jaime Saavedra a manos de un Congreso que tiene como único mérito competir con el Presidente por el primer lugar de la inmoralidad y de la conducta destructiva. Si tuviese que hacerse un manual de cómo destruir una presidencia, el caso Kuczynski sería emblemático. En menos de dos años hizo todo lo que no debe hacer un presidente. Buscó desesperadamente una alianza con Keiko Fujimori, pacto que ella –de forma también autodestructiva– no sólo rechazó, sino que dio todas las muestras necesarias al Ejecutivo para que no quede duda de que estaba en guerra. En el camino, sus frágiles alianzas con APP y el Apra se volvían cada vez más frágiles. Sus ministros morían y ninguna reforma importante se concretaba. Los iluminados de los que se ha rodeado le sugirieron un listado de estupideces políticas, como indultar a Fujimori y ganarse algunos votos parlamentarios. Sólo consiguió enfurecer más a Keiko Fujimori y a todos aquellos que alguna vez creyeron que defendía la democracia. La decepción ha sido enorme. Kuczynski nunca entendió que fue la izquierda la que le dio sus votos en segunda vuelta y lo llevó a la Presidencia. Nunca agradeció a parte de la izquierda que, con sus 10 votos, lo salvó de la primera vacancia. A ellos traicionó y a ellos insulta acusando una conspiración comunista que no existe, para no tocar a la mayoría fujimorista. ¿Así quiere sobrevivir? Si yo fuera congresista, no podría vacarlo por principio. La institución no existe para deshacerte de un Presidente. Pero si fuera Presidente, por principio, renunciaría. La exhibición pública del roquerío que tenía debajo de los pies bastaría para que tuviera algo de vergüenza. Si se queda, no será por mucho tiempo. Volverán una y otra vez por él. Pero ya está probado que nuestro Presidente prefiere ser recordado como un vivazo vacado que como un arrepentido renunciante.