En estos tiempos la volatilidad del dato, que por definición puede ser clave o trucho, tiene que ser muy tomada en cuenta.,Un ubicuo personaje del caso Odebrecht es el gazapo. La necesidad de los medios de administrar tantas declaraciones ha ido produciendo equivocaciones, involuntarias o deliberadas, que complican la comprensión de los hechos. A diferencia de los juicios que avanzan con cuidadosa lentitud (y también se equivocan a veces) en este tema las noticias viven al borde del error. Como hace notar IDL, el propio Jorge Barata, de cuyas palabras penden tantos destinos políticos hoy, declaró en diciembre pasado que “Graña y Montero no conocía del asunto… Nosotros hicimos los pagos” del Metro 1. Poco después declaró exactamente lo contrario. Ciertamente no es el único gazapo de esta historia. Valdemir Garreta, dueño de FX Comunicación Global, ha declarado que Luis Favre nunca ha sido su socio, sino un contratado: “He leído en las noticias, que se cree que yo recibía dinero para luego dárselo a Favre, eso es falso, porque yo lo contrataba para que le prestara un servicio a mi empresa y por ese motivo yo le pagaba vía transferencias bancarias, él nunca quiso recibir dinero en efectivo, a su vez también siempre me entregaba la respectiva factura.” Sin embargo más de un periodista insólitamente insiste en presentar a Favre como socio y participante en los pagos. En La República de ayer Gustavo Faverón habla de la actual vigencia de las cortinas de humo, cuyo propósito es distraer. De hecho algunos ven densos cortinajes también en el caso Odebrecht, donde la mayor atención oscila entre pagos electorales y coimas empresariales, es decir políticos o empresarios al medio. En estos tiempos la volatilidad del dato, que por definición puede ser clave o trucho, tiene que ser muy tomada en cuenta. Por ejemplo frente a la extraña idea que circula sobre que Barata y el resto de los delatores no pueden mentir, porque eso les traería graves consecuencias. Debemos pensar que esto incluye que no pueden dejar de decir la verdad. Un problema con los gazapos es que en las relaciones de ida y vuelta entre lo judicial y lo periodístico, ellos a veces pueden tener consecuencias judiciales, en las cuales no es fácil la rectificación. Además la idea de la presión de la opinión pública ya es en sí misma una verdad establecida en el espacio de las acusaciones. Esto se escribe más o menos a la misma hora en que Barata está hablando en Brasil. Declaraciones que sin duda se van a prestar a interpretaciones, que serán a su vez el jardín donde se cultivarán nuevos gazapos.