Errores,Si usted sigue esta columna sabrá que me gusta discutir errores en mi análisis para evaluar qué podemos aprender de ese mal cálculo. ¿Por qué creció Julio Guzmán más de lo que esperaba? ¿Por qué logró PPK ganar una segunda vuelta que consideré casi perdida? En algunos casos el error se explica por eventos nuevos e inesperados, donde hay poco que decir en términos analíticos, pero en otros vale la pena evaluar qué factores tuvieron más peso del concedido o qué sesgos muestra dicho error. Pues bien, un error reciente fue mi cálculo sobre el rompimiento de la bancada del fujimorismo. Consideré (LR 4/1/2018) que a pesar de las tensiones entre los hermanos me inclinaba a pensar que se vería una recomposición con bajada de tono antes que una ruptura. Esa recomposición consistiría en mantener el liderazgo de Keiko, pero con un estilo menos virulento del visto hasta ahora. No sabía por cuánto tiempo, pero en lo inmediato me parecía el escenario más probable. ¿Por qué esa opinión? Porque pensé que a todos en el fujimorismo les convenía más mantener una bancada grande, especialmente a Alberto. Defender su indulto pasaba por sostener a PPK y a la vez mantenerlo en jaque. El expresidente llevaría a sus hijos hacia esa recomposición: “Me inclino a pensar que (Alberto) no va a cortar los salvavidas que le podría dar un fujimorismo fuerte en el Congreso. Es lo que va a mantener a PPK alineado. Pero veremos”. Finalmente sí hubo ruptura, la bankada prefirió disciplinar que perdonar. Expulsó a tres, sabiendo que probablemente se irían diez. Y así fue. Podría decir que también señalé que en todo caso el quiebre no sería como el que los estrategas de PPK presagiaban. Eso es finalmente lo que ha pasado, Keiko sigue mandando y diez no son muchos. Pero es claro que mi opinión apostaba más por una continuidad de la bankada que por su división. ¿Qué falló? Primero, sobreestimar el poder de Alberto al interior del grupo. El partido y claramente la bancada ya es más de Keiko que de Alberto. Los fieles fueron una roca, los supuestos kenjistas en la sombra ni asomaron cabeza. Keiko peleó y ganó. No fui el único que pensó que el poder de Alberto podía recomponer al fujimorismo. Alguien en el gobierno, y claramente los propios desertores, también pensaron que tendría esa capacidad. La liberación de Fujimori apenas dos días después del fracaso de la vacancia era un claro salvavidas para quienes votaron junto a Kenji. Seguro fue la garantía ofrecida a los desertores para que no temieran ser conducidos a las mazmorras naranjas. E incluso hubo quienes fueron más allá y vieron en la salida de Alberto un cambio sísmico en la política. Jorge Morelli anunciaba que con estas movidas se iniciaba una suerte de co-gobierno de los moderados, como si ese acuerdo chiquitito para salvar cabezas fuera en realidad un gran pacto de transición latinoamericano de los años setenta. Es claro que el resultado es lejano a ese escenario. Es decir, en menor o mayor grado, se subestimó el poder real de Keiko. Desde hace años y con más claridad el 2016 la evidencia ya mostraba un partido bajo mayor control de Keiko, pero esa información no se consideró relevante al ver salir al padre de la cárcel. Hay algo (o mucho) de machismo en esta mirada. Asumir que papá Fujimori llegaba a “ordenar la casa” habla mal de analistas que probablemente habríamos considerado una pelea mucho más fuerte si el líder en actividad hubiese sido hombre. Lo segundo es algo que una jura que no le volverá a pasar y a pesar de ello vuelve a caer: creer en chismes que pasan por información. En el Perú abundan los que reclaman estar dateados “desde adentro”. Uno ya debería saber que esos datos con frecuencia suelen ser más producto de los deseos del transmisor antes que la realidad. En este caso los kenjistas estaban más solos de lo que se rumoreaba, muy lejos de un número que hubiese hecho negociar o retroceder a Keiko. Más Escuadrón Suicida que Avengers. Queda claro entonces que el poder de Alberto no es lo que era, que la facción kenjista no era tan numerosa y que Keiko ganó la puja. ¿Puede cambiar la situación? Sí, si su caída en las encuestas se profundiza. Pero por ahora sigue reinando en la bankada.