Mercedes Aráoz. Como siempre, diferencias de estilo con PPK. La virtual imposibilidad de que el gobierno obtenga el voto de confianza para otro gabinete le está permitiendo un premierato recargado. De allí un cierto peso propio en la recomposición del gabinete. La negativa de Fuerza Popular a darle facultades delegadas ha sido un primer revés. Alberto Fujimori. Su excarcelación cobra visos de anticlímax, sobre todo con esta nueva hospitalización. La parte humanitaria del indulto lo obliga a una cura, también de silencio. No ha habido recibimiento triunfal, y más bien los mototaxistas más avezados están faltando el respeto, cada vez más. Quizás la libertad al filo de los 80 ha sido un presente griego. Keiko Fujimori. Guarda silencio, y está demorando la anunciada expulsión masiva de kenjistas, pero sus cuadros suben el tono político con cada hora que pasa. Está mirando cómo avanza una ruptura definitiva que ella no puede detener, y que ciertamente afectará su performance electoral 2021. Luego está la parte judicial de sus posibles problemas a futuro. Kenji Fujimori. Está en una evidente fase de prueba, que se agudizará si hay expulsiones. Quizás esperaba otro tipo de retorno de su padre, algo más parecido a una posta, y hay la sensación de que este lo va dejando solo en la cancha. Pero sus 10 seguidores, y el rumor de que hay más esperando entre bambalinas, son fuerza suficiente para moverse sobre el escenario. Alan García. Parece haber vislumbrado que el futuro está en la oposición cerrada a este gobierno. Pero algunos de sus cuadros no están tan convencidos, y actúan por cuenta propia. Después de todo, más de un decenio al lado del fujimorismo, no ha rendido mucho. Además la oposición a PPK va a estar cada vez más atiborrada de políticos expectantes, de todo color. Pedro Pablo Kuczynski. Ahora es diario pasto de los profetas de su caída, y los insultos se van volviendo cada vez más personales y faltosos a su investidura, pero hasta el momento goza de relativa buena salud. Sus principales enemigos están divididos. Por lo menos la economía empresarial del 2018 tiene buena cara, mejor que la que lució la del 2017.