Pecados imperdonables IVImputación. Una joven señala que el párroco Félix Pariona la asaltó sexualmente en varias oportunidades cuando tenía entre 15 y 17 años de edad, pero para la Fiscalía no es suficiente prueba el testimonio de la víctima y archivó el caso. Ella consiguió que se reabriera el caso con la esperanza de que ahora sí se aplique la ley.,Sacerdote acusado de violación sigue dando misa,Sacerdote acusado de violación sigue dando misa,Sacerdote acusado de violación sigue dando misa,Sacerdote acusado de violación sigue dando misa,La joven A.L.L. acusó al clérigo Félix Pariona Huacre de tocamientos indebidos y violación sexual cuando tenía entre 15 y 17 años de edad, en el interior del Seminario San Cristóbal de Huamanga. Hace pocos meses la muchacha cumplió 18. El fiscal Nilo Paredes Chávez, basándose en las supuestas contradicciones de la víctima, y en los desmentidos del párroco, archivó el caso. Pariona afirma que se trata de una venganza. PUEDES VER Fiscalía archivó 4 veces caso del pastor González sin completar diligencias Pero la muchacha resolvió apelar y ha logrado que se reabra el caso. En un principio, A.L.L. imputó al sacerdote únicamente tocamientos indebidos, pero una vez frente a las autoridades, ella añadió que Pariona la violó en reiteradas ocasiones. Para el fiscal Paredes, esta "inconsistencia" en la versión de A.L.L. era suficiente para dar por terminado el caso. A.L.L. persiste en imputar graves hechos contra el sacerdote Félix Pariona, quien continúa en sus labores pastorales con normalidad, bajo la protección del arzobispo de Ayacucho, Salvador Piñeiro, quien confía en la palabra de Pariona y alega que A.L.L. difama al sacerdote. Después de insistir en recoger su testimonio en directo, La República logró que A.L.L. relatara lo que sucedió en las instalaciones del seminario, donde sus padres trabajan desde hace más de 15 años. El cura Félix Pariona llegó al lugar en 2005, y conoció desde pequeña a A.L.L., pero conforme creció, cambió su actitud hacia ella. El acoso La jovencita recuerda a Pariona desde el 2012, cuando ella tenía 13 años y él 31. Entonces, asegura, era una buena persona, sonriente, que no la atemorizaba. Pronto, según la muchacha, la conducta del cura cambiaría hacia ella: "Desde niña notaba que me miraba, pero no pensé que podría llegar a tanto. Ya en el 2015 empezó todo… El acercamiento del padre Félix fue muy cariñoso, abrazándome a cada rato, o tocándome… Tenía la manía de agarrar mi cuello". En el 2016 la situación cobró mayor fuerza. "Los tocamientos eran en la cocina, en el almacén, en el cuarto del padre, en la parte donde se contaban las velas... A veces yo me quedaba en la cocina y el padre Félix entraba y me tocaba, venía alguien y se hacía el que sacaba una taza y me decía: 'Tienes que ayudarle a tu mamá'. (...) Me decía que esto iba a quedar entro los dos siempre: 'Yo no le voy a decir a nadie, tú no le avises a nadie'. (...) Cuando estaba con mi falda de mi colegio, me la empezaba a levantar y me tocaba. (...) El padre Félix me decía que estaba enamorado de mí y que Dios lo perdonaría por ese tipo de cosas… Cada vez que me tocaba pasaba un tiempo, como una semana, y me pedía perdón. 'Ya no lo vuelvo a hacer', decía, pedía perdón, pero lo volvía a hacer". A mediados del 2016, el sacerdote Félix Pariona, conforme al relato de A.L.L. ante las autoridades, empezó a asaltarla sexualmente. Ella ratificó lo dicho: "Cuando estábamos los dos en su cuarto (del seminario), yo trataba de gritar pero no podía. Muchas personas me dicen ahora: ¿Por qué no gritaste fuerte? ¿Por qué no te defendiste? ¿Por qué no escapaste? No sé qué tengo, no sé… No podía hacer eso porque mi mamá estaba por ahí, o si pasaba eso y yo gritaba, quizás la botaban a mi mamá (del trabajo). Yo no sabía cómo reaccionar". Las violaciones sexuales continuaron durante medio año. A.L.L. estaba aterrorizada porque creía que si denunciaba al agresor, que era un hombre fuerte en el seminario, existía el peligro de que sus padres fueran despedidos. "Cada vez que me agarraba fuerte yo le decía por favor suéltame, y él lo sabe muy bien... A mí cada vez que me agarraba se me ponía la piel rara". Suspiró, agachó la cabeza, con miedo levantó el rostro, y prosiguió con su testimonio: "En el almacén había un cuartito aparte donde guardan verduras y cereales... Ahí estábamos los dos… Ahí me obligaba... Es algo asqueroso, me agarraba el cabello y trataba de que... A mí me daba asco. El seminario era un calvario para mí". Lo niega todo La víctima contó incluso que Pariona le ofrecía dinero para tener relaciones sexuales consentidas, para ya no forzarla, pero A.L.L. nunca aceptó. "Él sabía muy bien que yo tenía que ir de viaje de promoción y que necesitaba para algunas cosas. Entonces él llegaba a ofrecerme 400, 500 soles. Hasta incluso 1000 soles para tener relaciones sexuales con mi consentimiento, sin forzarme. Yo no le he aceptado ni 1000 soles, ni 600, ni nada de ese tipo de cosas para tener relaciones. Cuando le decía: 'Le voy a decir a mi mamá que me estás ofreciendo plata', me respondía: 'A ver dile y vamos a ver qué pasa, porque yo soy el que está mandando aquí, gracias a mí tu mamá trabaja, gracias a mí a tu papá no lo hemos botado, gracias a mí comen'". El padre de A.L.L. era cocinero del seminario y su esposa lo ayudaba en dicha labor. El sacerdote Félix Pariona, como él mismo afirmó a La República, continúa dando misa los domingos. Este diario lo abordó en el seminario, en el lugar donde se cometió el presunto delito. "No hubo nada... Yo niego esas cosas, ¡yo las niego!", exclamó alterado y esquivo. "¿Cuál era su relación con A.L.L.? ¿Eran amigos?", le preguntamos. "Nada, lo que es nada… ¡Nada!", respondió. Lo afirmado por Pariona no encajaba con lo que había declarado ante la Fiscalía respecto a su relación con A.L.L. y sus padres: "Sí, conozco a estas personas con quienes tengo vínculo de amistad". El sacerdote afirmó que la denuncia interpuesta en su contra se debe a una venganza del padre de la afectada. "Yo a su papá lo encontré robando unos acros (fierros). Se los había llevado (del seminario) a su casa, y el señor lo negó rotundamente. Todo ha sido por venganza de ellos, porque yo al señor le dije: 'Yo no confío en ti, de ahora en adelante usted se va a trabajar a la cochera (del seminario) y no entra más a la cocina'". La República buscó al padre de A.L.L., un hombre de 45 años que padece desde el 2013 de atrofia cerebral, enfermedad que dificulta que se mueva y hable con normalidad, y que empeora conforme pasan los días. "No es verdad eso del acro.(...) El padre Javier Obón (ex rector del seminario, fallecido en noviembre del 2016), él me ha prestado (los fierros)", afirmó. En su declaración ante la Fiscalía, el cura Pariona alegó que la venganza también se debe a que no quería dar dinero a A.L.L. para que cancelara una deuda que tenía su madre: "Me buscó llorando y desesperada para pedirme prestado 600 soles para pagar la deuda, a lo que yo me negué porque no tenía dinero". En el cuarto del sacerdote Pariona, el mismo donde la muchacha denuncia haber sido ultrajada sexualmente, en ese mismo cuarto, el sacerdote les daba un trabajo a ella y a su hermano menor en el 2016: contar la limosna que recibía la Catedral. Cercanía sospechosa "Como siempre ayudaba en el seminario, y le ayudaba al padre Félix también, me ofreció que lo ayudara a limpiar su cuarto y a contar las monedas que venían de las limosnas. Mi hermanito se quedaba jugando en la computadora (del cuarto del cura). A veces él lo mandaba a que le trajera cosas y aprovechaba para tocarme. Mi hermano tenía entonces 12 años". La República buscó al hermano de A.L.L. y este ofreció su testimonio: "Contaba (el dinero) con mi hermana. El padre me dijo: 'Vaya a traer el agua'. Yo fui a traer el agua y ahí mi hermana se quedó en el cuarto con el padre Félix. Yo estaba yendo adentro, y me dijo: 'Pasa no más', entonces ahí lo vi tocándole… De ahí disimuló y me dijo: 'Déjalo en la mesa el agua'. Eso fue en el 2016". Pariona aseguró que A.L.L. jamás ingresó a su cuarto personal, pero tres fotos recogidas por este diario demuestran lo contrario. (Puede verlas en la versión web de La República). "Yo tengo tres fotos de su cuarto, (las tomé) cuando yo tenía mi celular. Contaba plata y mandaba por chat… Ahora que no niegue que yo nunca he entrado a su cuarto", contó A.L.L. En agosto del 2016, ella envió por Whatsapp las fotos a una amiga, donde se ven claramente en una mesa las monedas. Además le contó parte de los abusos cometidos por el cura. Su amiga realizó una declaración jurada, a la cual La República tuvo acceso, donde asegura que A.L.L. le dijo: "El padre le había ofrecido darle dinero a cambio de no decir nada de los tocamientos. También señaló que la amenazaba con botarla a la calle". Pariona negó que la muchacha entrara siquiera una vez en su cuarto. No permitió que La República le mostrara las fotos. "No entraba nunca, nunca. ¿Cómo va a entrar? Nada, para nada. Ella más bien siempre iba al cuarto del padre Javier (Obón, fallecido), paseaba con él", arguyó Pariona. La República encontró por segunda vez al sacerdote. Pero no aceptó ofrecer más declaraciones. "A mí lo que más me duele es haber perjudicado a mi familia. Si yo no hubiera contado (los abusos sexuales), mi mamá estaría trabajando normalmente en el seminario, y mi papá no estaría limpiando carros en el garaje (del seminario)", dijo A.L.L. Efectivamente, el sacerdote Félix Pariona cumplió con su promesa y puso al padre de la joven denunciante a limpiar carros en el garaje. "No quiero que me llamen mentirosa, que investiguen al padre. Es a mí a quien más investigan. Mis padres sí me creen, pero nadie de la iglesia me ha apoyado, no se me acercan ni a preguntarme cómo estoy", declaró la joven ayacuchana. La víctima corroboró los hechos ante el psicólogo de la Fiscalía La República accedió a la Entrevista Única realizada a la afectada el día 13 de marzo del 2017 por el psicólogo de la Fiscalía de Ayacucho. Confirmamos que lo dicho a este diario guarda relación con lo afirmado por A.L.L. en el Ministerio Público. La joven relató que cuando el sacerdote la violaba, en el cuarto del mismo clérigo, quería gritar pero no podía. Así también lo dijo en la Fiscalía. "(En el cuarto del sacerdote), no podía hacer nada, no podía gritar, no podía pedir auxilio o morderle, o tirarle un lapo como mi mamá me dice", manifestó. A.L.L. también reveló que el sacerdote le pedía disculpas y decía que no lo volvería a hacer: "Me decía: 'Perdóname, discúlpame, esto ya no va a volver a pasar'. Yo le creí. Yo le dije: 'Ya, padre'. Me ponía mal al llegar a mi casa y me ponía a decir qué hice mal, evitaba arreglarme". "Luego me dijo el padre: 'Me he dado cuenta de que eres una buena chica… Todo lo que hice está mal'. Entonces, se arrodilló y continuó: 'Solo quiero que me vuelvas a hablar, ya no me mires mal porque todos pueden pensar mal'". A.L.L. confirmó al psicólogo de la Fiscalía que su hermano fue testigo de los tocamientos del sacerdote: "(Mi hermanito) vino cuando me estaba agarrando y el padre se dio cuenta de que (mi hermanito) estaba ahí".