Qué descansada vida la de Vladimir Cerrón en estos días, esperando un nuevo verano. Nadie se atrevería a capturarlo con los dignatarios de la APEC en casa, pues eso le haría saber al mundo que en el Perú hay prófugos. Pero, aun así, un importante policía ha dicho hace poco que la PNP ha estado a punto de capturarlo. Nadie gasta tinta en informar por qué y cómo se les escapó de nuevo.
Cuanto más se habla de vacancia presidencial, más seguro está Cerrón en los escondrijos de la protección de al menos un gobierno. Pero está claro que el huanca también le cae bien a Cuba y Venezuela, gobiernos de hipercontrol social que generan exiliados, pero no prófugos. Mientras tanto, los S/.500,000 de la recompensa se van devaluando.
En realidad, ya casi no hay caso Cerrón. Todo se ha vuelto el caso de los elegantes cofres paseando a Dina Boluarte por balnearios del sur. Pero esto último no es una investigación, sino más bien un desfile de revelaciones que lo sugieren todo, pero no informan nada. Es una lástima, pues Boluarte es mucho más interesante que el sentencioso Cerrón.
Mientras tanto, ya estamos en la situación del fracaso de diversos estados de emergencia, algo que Juan José Santivañez presentó como argumento para su renuncia. Eso fue en septiembre, y los peruanos seguimos siendo baleados y asesinados como moscas. Además, como patética yapa, no ha podido, o no lo han dejado, capturar a Cerrón.
Debemos suponer que los votos que le quedan a Perú Libre en el Congreso están siendo canjeados por la impunidad del jefe máximo, con lo cual al partido se le van apagando unas luces que nunca fueron muy brillantes. Llegará al 2026 desacreditado, despojado de todo propósito, como un mero discurso ultra, muy parecido al que lucía Pedro Castillo.
A estas alturas, uno podría sospechar que la captura de Cerrón no depende de la voluntad de Boluarte, sino de la del tándem Fujimori-Acuña. Si ellos lograran aparecer como autores de esa captura, se anotarían un poroto y, de paso, tomarían oportuna y olímpica distancia de su socia de Palacio. En esto, la cosa es el cálculo de los tiempos.
Si Cerrón, hoy bien vigilado, se les va de las manos y fuga al exterior, la derecha del Congreso habrá perdido un importante activo político.