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Opinión

A doscientos años de la batalla de Junín

Un día como hoy, se abría paso a la definitiva independencia latinoamericana.

larepublica.pe
Editorial

La gesta independentista no se detuvo después del 28 de julio de 1821. El ejército realista se trasladó, luego de la instalación del nuevo gobierno, hacia la sierra sur para reconcentrar sus fuerzas y proponerse la recuperación del territorio ocupado por las fuerzas patriotas.

El general San Martín, afectado en su salud, retorna a la Argentina, y el libertador Simón Bolívar cosecha éxitos en la campaña del norte del continente, y acude al llamado peruano para consolidar la independencia. Los libertadores sabían que América jamás sería libre si previamente no se obligaba a España a retirarse de manera definitiva de estas tierras.

Por ello, intensifica el reclutamiento de patriotas y decreta la economía de guerra para lograr el necesario respaldo a las operaciones militares que se necesitaban desplegar. En tanto, van reuniéndose los soldados y jinetes provenientes del norte peruano para recibir instrucción que garantice mayor rigor y disciplina.

El libertador cae enfermo en Pativilca y los realistas se apoderan de la fortaleza del Real Felipe en el Callao, donde se atrincheran encabezados por el general Rodil. Eran las últimas muestras de poderío de los españoles. Bolívar había ido concentrando sus tropas, que sumaban las fuerzas peruanas y colombianas, a las que se iban adhiriendo ordenadamente el jefe de Estado Mayor, general venezolano Antonio José de Sucre, el general Andrés de Santa Cruz, a cargo de las tropas peruanas, y el general Agustín Gamarra, entre otros. A ellos se sumaron diversas agrupaciones provenientes de países latinoamericanos que sabían que se estaba gestando la independencia definitiva del continente. Es fundamental el papel que cumplió el escuadrón de los Húsares de Perú a cargo del coronel Isidoro Suárez. A la orden del mayor José Andrés Rázuri, definió la batalla a favor de los patriotas y les infringió una derrota militar y moral a los realistas en las alturas de Junín. De allí, el camino estaba definido para el sello final logrado en Ayacucho, en el que se derrotó definitivamente al ejército español y, con ello, consolidar la independencia de América.