Cargando...
Opinión

Boluarte, ¿tiene un año?, por Mirko Lauer

"Para Boluarte el año 2024 va a ser el puerto de Chancay y el foro de la APEC, dos inauguraciones de muy alto nivel que potenciarán algo su desaparecida presidencia".

larepublica.pe
MIRKO

¿Qué significa tener un año disponible para hacer cosas desde el Ejecutivo? Depende de varias cosas. Sin votos en el Congreso, o sin un partido capaz de aportar cuadros a las tareas, es muy poco lo que se puede hacer. Esas dos carencias no solo debilitan, sino que hacen del Ejecutivo un simple acompañante de los demás poderes. Llamémoslo un maestro de obras.

En otras palabras, a Dina Boluarte no le queda un año disponible, aunque cronológicamente lo parezca. En realidad no le queda tiempo político alguno, y por eso también ha brotado el tema de la fuerza/debilidad de su gestión, al cual subyace la idea de que ella ya no va a poder hacer nada importante hasta el día que deje el gobierno.

Sin embargo un año tiene que ser llenado, y eso inclina las cosas hacia lo ceremonial, lo celebratorio, lo inaugural y en general hacia movimientos de funcionarios sobre el escenario. Para Boluarte el año 2024 va a ser el puerto de Chancay y el foro de la APEC, dos inauguraciones de muy alto nivel que potenciarán algo su desaparecida presidencia.

Pero después de eso, en la distancia, está esperando la campaña electoral del 2025, donde una presidente sin partido no tiene realmente nada que hacer. Va a ser un momento delicado. ¿Va a ser un activo político para aquellos con quienes simpatizará? ¿Y con quiénes va a simpatizar para ese momento? Será una gran hora para un buen perfil bajo.

Sin embargo, la tentación de poner en marcha grandes obras o de cortar de un tajo apretados nudos gordianos (Tía María) va a estar allí, alentada por ministros emprendedores. Es difícil que esto le funcione, porque todos esos jamones se los van a querer comer los partidos y candidatos más fuertes, y por lo menos se los arrancarán de las manos a Boluarte.

De modo que preparémonos para la presidencia como una suma de inauguraciones de segunda, un rosario de malos discursos y un costalillo de promesas dramáticas. A la presidenta solo le queda tiempo para eso, y eso es algo que hace pensar en sus relojes, que son los Rolex del sombrerero loco en Alicia: no hay forma de llegar a tiempo al té de la reina. Entre otras cosas porque la reina ya es otra.