No estaba desencaminada esta columna cuando dijo que más interesante que el origen del Rolex era quién pasó el dato, pues mientras una fiscalía de la nación urgida de recuperar prestigio se lanza al Rolexidio, la mira va hoy al ‘garganta profunda’.
A veces, alguien en la redacción ve la TV y le dice a un colega: “oye, mira el ‘bobazo’ de Dina, ¿no será un Rolex?”, y arranca el baile. Pero la mayoría de las veces hay una fuente que quiere joder a alguien, y te pasa el dato “fíjate en los relojazos de la presidenta”, a partir de lo cual buscas en YouTube hasta que haces bingo. Al periodista no le debe interesar por qué te pasan el dato, sino poder verificarlo y que sea de interés público, lo que hizo bien ‘La Encerrona’.
Lo primero que esta columna pensó, sin información, solo intuición, es que el datero podría ser un despedido a la mala por Boluarte, y el martes deslizó: “¿Empezó la venganza de Alberto Otárola para que Dina lo extrañe?”.
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Un aspirante a ‘Woodstein’ —abreviación de Bob Woodward y Carl Bernstein, los reporteros de The Washington Post del caso Watergate— se irritó en X por esa insinuación, creyendo, erradamente, que eso desmerecía la investigación, pero su director Ben Bradlee ya había dicho que el dato les había llegado.
Ahora el asunto pasa a la cancha del origen del dato. Ayer la ministra Hania Pérez de Cuéllar dijo en Exitosa que “puede ser una venganza o un complot para tumbar al gobierno”, y al toque Otárola saltó en X: “Niego tajantemente estar detrás del tema de los Rolex”.
Molesto porque cuando era el 2 del FBI no lo nombraron jefe, Mark Felt demoró tres décadas para revelar, al final de su vida, que él fue ‘garganta profunda’ de Watergate que se tumbó a Nixon.
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El sentido común sugiere no tratar mal a nadie, pero, especialmente, a quien sabe mucho de ti —tu secretaria, chofer, guardaespaldas, psicoanalista, abogado, premier—, pues puede salirte caro. Y Boluarte botó a la mala a Otárola, luego de que la salvó de la destitución, la hizo presidenta, y estabilizó su gobierno para llegar al 2026. Por ello, salió con sangre en el ojo y mucho dato.
Podría no ser el informante. Pero si hay un Pinchi Pichi con sed de venganza, la presidencia de Boluarte está en problemas, no por los Rolex, sino por lo que recién va a salir para el Rolexgate.