“Ahora bien, si no soy elegido, va a haber un baño de sangre”, dijo Donald Trump en un discurso de campaña en Ohio. La frase es fuerte, y de inmediato se prestó a comentarios. Los enemigos del candidato vieron en ella una amenaza de violencia. Los demás entendieron que era una alusión comercial a la industria automovilística de los EEUU, sin un Trump que le dé protección.
La frase no solo es fuerte, sino que resuena con fuerza propia en más de un contexto. El asalto trumpista al Capitolio no fue un baño de sangre, pero sí un acto de violencia en la derrota electoral. Los muertos negros y de algunas minorías por hampones de la extrema derecha en los EEUU sumados dan más que un baño, un verdadero río de sangre en estos años.
¿Por qué la dijo Trump? Es obvio que no podía ignorar las resonancias que tendría, y por tanto las buscó. Lo que se buscó fue proyectar una imagen de fuerza fascista y avasalladora, prima hermana de las demostraciones de pura fuerza física. Después de todo, hay un debate sobre cuál de los dos candidatos actuales es más anciano en su conducta.
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Para la masas extremistas de cualquier lado un baño de sangre es la oportunidad de lanzarse contra los conciudadanos que se les ha enseñado a odiar. En más de un sentido Trump está ofreciendo esa oportunidad, y ese es uno de los recursos más socorridos de la psicología política de masas. Los hemos escuchado por todo el mundo.
El direccionamiento específico de la frase de Trump en Ohio puede discutirse, y es probable que los fabricantes de Detroit, en Michigan, estuvieran incluidos. Pero Trump no suena solo en Detroit, sino en el alma de todos los que irán a las urnas para tratar de producir el esperado espectáculo: las víctimas del trumpismo maltratadas, si es necesario a sangre y fuego.
Cuando se le preguntó a Trump por qué utilizaba expresiones de Hitler y Mussolini en sus discursos para ventilar sus odios, respondió que no sabía que eran de ellos, pero que en todo caso las cosas eran como él las califica. Como decir que esa violencia verbal le sale naturalmente, como una inconsciente herencia de sus reales padres ideológicos.
Un poemario cada tantos años. Falso politólogo. Periodismo todos los días. Natación, casi a diario. Doctor por la UNMSM. Caballero de la Orden de las Artes y las Letras, Francia. Beca Guggenheim. Muy poco twitter. Cero Facebook. Poemario más reciente, Las arqueólogas (Lima, AUB, 2021). Próximo poemario, Un chifa de Lambayeque. Acaba de reeditar la novela policial Pólvora para gallinazos (Lima, Vulgata, 2023).