Todos se quejan de la ciudad donde viven —y bien por eso pues, felizmente, no hay paraíso en esta tierra—, pero el deporte preferido en la Lima que hoy cumple 489 años de fundada como ‘ciudad de los reyes’ es rajar de las dificultades que la hacen un lugar difícil de vivir, pese a lo cual, se la quiere.
Razones abundan para justificar lo de ‘Lima la horrible’ de Sebastián Salazar Bondy. Antes de que la inseguridad sea su problema central —y del país—, el desmadre ya era antiguo: transporte público deplorable, suciedad y basura desbordadas, falta de áreas verdes y espacios públicos para la indispensable interacción ciudadana, contaminación y ruido agobiantes…, en fin, todo lo que sabemos los ‘limeños’, los menos que nacieron acá y los más que vinieron.
A diferencia de otras ciudades del mundo, y con más de 10 millones de habitantes repartidos en 43 islotes llamados distritos mangoneados cada uno con ‘criterio’ propio, no es una ciudad en la que abunden lemas y merchandising del tipo ‘Yo ♥ Lima’.
Con pocas excepciones, las autoridades no han contribuido a resolver sus problemas, sino a agravarlos, ni a encaminarnos al imposible —e indeseable destino— de potencia mundial. En Pequeña antología de Lima (1935), Raúl Porras Barrenechea dijo que “de los alcaldes, de los terremotos y de los urbanizadores, ¡líbranos, Señor!”.
Y, sin embargo, salvo para los que decidieron irse y luego buscan razones para reforzar su opción, se la quiere pues, pese a todo, es el lugar conocido y reconocido para los que la sienten ‘su’ espacio, vínculo construido en el tiempo con la receta amor-odio que la vuelve inseparable hasta con cielo panza de burro que inmortalizó Héctor Velarde.
Pero podría y debería ser un mejor lugar para vivir. Para lo cual no faltan ideas, como las desplegadas con inteligencia y tenacidad desde hace tanto tiempo por el arquitecto Augusto Ortiz de Zevallos en libros como Lima a los 450 años, que hoy está en reedición facsímil del texto publicado por la Universidad del Pacífico hace 37 años, así como en una extensa y valiosa labor periodística que el Fondo Editorial de la Universidad de Lima ha tenido el acierto de reunir en Textos y contextos, 50 años de arquitectura escrita que esta noche se presenta en El Virrey.