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¿Quién le pone el cascabel al gato?, por Hugo Otero Lazarotti

En la conversación Alan García planteó que el tema de la droga y el narcotráfico “es corresponsabilidad entre consumidores y exportadores”.

El estallido de la violencia en Ecuador en donde la delincuencia armada y organizada se enfrenta al Estado y la sociedad, me trae a la memoria la propuesta que el Perú le formuló a los Estados Unidos para combatir el narcotráfico.

Estuve en esa cumbre realizada el 14 de febrero de 1990 en Cartagena de Indias, en la hermosa residencia de verano de los presidentes de Colombia. Allí llegó George Bush, presidente de los EEUU, en un portaviones y luego se trasladó en helicóptero hasta la residencia presidencial acompañado de un gran despliegue de la prensa de su país que lo apodó “el macho men”, pues iba a enfrentar un tema que conmovía a la sociedad estadounidense “con oleadas de polvo blanco”.

Esperaban a Bush Alan García y Jaime Paz Zamora, sus homólogos de Perú y Bolivia, los mayores productores de hoja de coca del mundo, y con Virgilio Barco, de Colombia, el mayor productor y procesador de esa droga.

La conversación entre los cuatro presidentes fue a puerta cerrada en la amplia biblioteca de la residencia y asistí a esa reunión reservada como asesor del presidente peruano.

En la conversación Alan García planteó que el tema de la droga y el narcotráfico “es corresponsabilidad entre consumidores y exportadores”; es decir entre los EEUU, como país consumidor y Perú, Bolivia y Colombia, como países exportadores.

El presidente peruano demostró a Bush que nuestros países gastan ingentes cantidades y no tienen la capacidad suficiente para afrontar el enorme esfuerzo económico y social que demanda el combate al narcotráfico que dispone de sumas multimillonarias, que penetra y corrompe nuestras sociedades. Que las ayudas y la cooperación son insuficientes.

Alan García propuso a Bush la creación de un fondo común antidroga formado con los aportes de la rebaja al pago de la deuda externa de los países deudores por parte de los acreedores, que son los principales consumidores del mercado mundial de cocaína.

Bush escuchó atentamente la argumentación peruana y respondió: “primero tengo que consultar con el Congreso”. Nunca llegó el resultado de esa consulta. La propuesta peruana fue ignorada y dejada de lado hace 34 años.

Bush declaró en la reunión de Cartagena de Indias “nuestros corazones están con los colombianos que han sufrido la violencia del narcotráfico”. Sin embargo la violencia criminal desatada en Ecuador deja al descubierto el avance incontenible de los narcos y replantea la idea de que no habrá paz sino se establece un acuerdo multilateral para vencer esa lacra.

El objetivo es salvar a millones de jóvenes de la adicción, la muerte y el delito en los países consumidores y, por otro lado, salvar a los países exportadores de convertirse en narcoestados.

Como en la vieja fábula cabe preguntar “quién le pone el cascabel al gato”, que es fijar una política común contra los narcos, porque de lo contrario la guerra no se detendrá.