Borges consideraba al viaje de un barco perdido por el Mediterráneo, intentando regresar a casa (la Odisea), junto al de un Dios que se hizo crucificar para redimir los pecados de la humanidad, como dos de los grandes relatos de occidente. Sin importar las creencias de cada uno, podemos incluir a la Navidad como uno de los grandes relatos occidentales. El advenimiento de un niño en un establo de Belén contiene la esperanza no solo de redención, sino de justicia y liberación, en particular para los más necesitados.
El Perú de nuestro tiempo parece empeñado, como el filósofo Jean-François Lyotard, en demostrar la caducidad de los grandes metarrelatos que sostienen los valores de nuestra civilización. Las recientes medidas del Gobierno que dan manos libres a la Policía para intervenir sin la presencia de un fiscal ponen en grave riesgo los derechos de todos. Pueden allanar tu casa o intervenir tu secreto bancario, por ejemplo. Esto constituye un atentado contra los derechos humanos y un recorte de nuestra libertad. Los fiscales, como se ha visto en los últimos tiempos, no siempre hacen su labor de manera profesional, tal como lo demuestra el caso de la suspendida Patricia Benavides. Es decir, no son garantía de nada, pero al menos constituyen un resguardo contra el abuso político-policial.
Lo más grave, como lo explica el editorial de La República de este domingo, es que los fiscales no necesitan estar presentes cuando la Policía investiga abusos contra los derechos humanos cometidos por… la propia Policía.
Ante esas medidas de fin de año –una triste tradición de los últimos años– es cada vez más arduo mantener encendida la luz de la esperanza. Todo nos lleva, más bien, a desalentarnos y aislarnos. Sin embargo, los psicoanalistas sabemos gracias al concepto de la contratransferencia en el vínculo con el paciente, que eso es precisamente lo que el otro nos está comunicando, haciéndonos sentir tan desamparados y deprimidos como se siente dicha persona. Es, en buena cuenta, una comunicación que debe ser escuchada y procesada en beneficio del proceso de la cura.
Esto no niega la existencia de impulsos tanáticos y pulsiones de dominio, a favor del beneficio personal de políticos rapaces e inescrupulosos. Paradójicamente, el citado concepto nos permite entender que dichas personas carecen de otro proyecto político que no sea el de aprovecharse del Estado, pero en el fondo se encuentran más perdidos que Ulises entre Escila y Caribdis o en la isla de Circe. Podemos llegar a Ítaca, acabar con nuestros enemigos y creer en un futuro de luz y esperanza, a condición de unirnos contra las fuerzas que pretenden sojuzgarnos violando las reglas elementales de convivencia. Por eso: feliz Navidad.