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Opinión

Chinos y gringos, cirios paralelos, por Mirko Lauer

"Hemos practicado una suerte de neutralidad en provecho propio. Que las potencias compitan por hacer negocios con nosotros es excelente".

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En realidad Joe Biden se ha estado paseando de la manito con más gente que Dina Boluarte. Una cumbre relámpago con 10 países de América Latina (sí, Perú estuvo incluido) le ha servido para hacer pensar que Washington ha vuelto a interesarse por la región. El nuevo interés es parte de la competencia con Beijing.

Pero China se ha venido moviendo en el campo de la economía, mucho más que los EE. UU. Que Biden haya llamado a esta cumbre una “Alianza de líderes para la prosperidad económica” sugiere una conciencia de cuán atrasado está su país precisamente en ese terreno. En la competencia por el corazón regional los chinos son claramente los punteros.

La idea central de Biden fue contrastar la calidad y transparencia de la diplomacia de EE. UU y las “trampas del endeudamiento” que se dedica China. Quizás una alusión a las formas de cobrar préstamos en petróleo y otras materias primas en América Latina. En realidad la experiencia no fue buena, y China está prestando cada vez menos.

Oxford Analytica hace un recuento de lo que ha venido sucediendo: “préstamos para infraestructura a gran escala pasmados desde el 2019” (morosidad y medio ambiente). Lo que les interesa ahora a los chinos son recursos claves para energía renovable y para vehículos eléctricos, así como minerales estratégicos. El Perú no parece estar en ese mapa.

El litio significa para OA los yacimientos de Argentina y Chile, mientras que Brasil es visto como un eje industrial para los autos eléctricos, y México como una puerta de entrada al mercado de los EE. UU. Hasta aquí los peruanos hemos podido ofrecer sobre todo geografía, con el estratégico puerto de Chancay, y minería, cuando la cosa funciona.

Biden ha dicho que sus socios designados de la región pueden elegir entre un camino chino y otro estadounidense. Pero es bastante claro que las dos opciones, medidas por volumen de negocios o tipos de inversión o grandes proyectos de impacto regional, no están ofreciendo lo mismo. ¿Tiene este país una idea sobre el peso de cada opción?

¿Es necesario acompañar la confrontación? No lo ha sido hasta ahora. Hemos practicado una suerte de neutralidad en provecho propio. Que las potencias compitan por hacer negocios con nosotros es excelente.