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Opinión

¿Qué será de ti, Argentina?, por Ariela Ruiz Caro

“La mayoría de los argentinos no comparten las libertades que defiende Milei para portar armas, hacer de la donación de órganos un mercado, eliminar los derechos laborales, entre otros”.

larepublica.pe
RUIZ CARO

El triunfo de Javier Milei con 30% de los votos en las elecciones Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) ha sorprendido a los argentinos y al mundo, no solo por haberse impuesto en la gran mayoría del territorio, sino por sus características psicológicas descritas en El Loco, libro del periodista Juan Luis González.

Las PASO han trazado el mapa político, representado por tres fuerzas políticas equiparables en su dimensión. Detrás de La Libertad Avanza, de Milei, quedó Juntos por el Cambio, liderado por Mauricio Macri, con 28,2% de los votos. En las internas de esa agrupación política, se eligió a Patricia Bullrich, del ala radical de derecha, defensora del orden a palos después de haber sido guerrillera montonera.

A pesar del desastre económico expresado en una constante devaluación del peso que gatilla una inflación que anualizada supera el 120%, el incremento de la pobreza y la violencia, la gubernamental Unión por la Patria obtuvo un 27,1% en la votación. No tan mal para las circunstancias de un Gobierno inmerso en un desastre económico y social.

Según numerosas encuestas, 80% de la sociedad argentina considera que el Estado gasta mucho y, en ese sentido, las propuestas de Milei, que propone reducir el Estado, desaparecer el Banco Central y dolarizar la economía, podrían haber sido música para los oídos de la mayoría de ciudadanos insatisfechos con el actual Gobierno. Pero sucede que ese mismo porcentaje está en contra de eliminar la salud y la educación universitaria, públicas y gratuitas, así como incrementar las tarifas de gas y electricidad.

La mayoría de los argentinos no comparten las libertades que defiende Milei para portar armas, hacer de la donación de órganos un mercado, eliminar los derechos laborales, entre otros. Sus propuestas de someter a plebiscito el derecho al aborto —conquistado después de arduas y prolongadas luchas de las mujeres—, el matrimonio igualitario, desaparecer ministerios o incrementar el ajuste fiscal más allá de lo indicado por el FMI. El candidato freak considera una aberración el concepto de justicia social.

Milei desprecia a la “casta” que gobernó por dos décadas en Argentina, con la excepción del período de Macri, y olvida que esta fue electa sucesivamente en sufragios democráticos. En 2015, el candidato del kirchnerismo, Daniel Scioli, ganó las elecciones en las PASO y también en la primera vuelta electoral. Cristina Fernández no lo apoyó y fue vencido por una diferencia muy reducida por Macri (51% vs. 48%) durante la segunda ronda.

El Gobierno de Macri fue un fracaso. Paralizó la actividad económica al incrementar salvajemente las tasas de interés para controlar la inflación y la devaluación. No lo consiguió y volvió a instaurar el sistema de los tipos de cambio múltiples. Asimismo, con el aval de Donald Trump, contrató un crédito del FMI, el más grande de la historia de esa institución, que intentó frenar la fuga de divisas, que hoy tiene atado de manos al país. Gran parte de ese préstamo sirvió para garantizar la fuga de divisas de quienes depositaron pesos en los bancos argentinos. Con los rumores de corrida cambiaria, convirtieron los pesos a dólares y los enviaron inmediatamente al extranjero después de haber hecho jugosas ganancias. Macri perdió su intento de ser reelecto en 2019 en primera vuelta. Alberto Fernández y la vicepresidenta Cristina Kirchner obtuvieron un 48% frente a un 40% de Macri.

Como dice Axel Kicillof, gobernador de la provincia de Buenos Aires y ganador como candidato del partido de Gobierno para su reelección, nada está dicho. Falta el segundo tiempo, el alargue y los penales en un partido en el que se enfrentarán dos modelos, incluido el de inserción internacional. El triunfo de Milei o Bullrich rompería cualquier esbozo de concertación latinoamericana, en un escenario en el que, como lo dice el director de la CIA, William J. Burns, los países del Sur Global ven pocos beneficios y muchos riesgos en las relaciones políticas monógamas y persiguen relaciones más abiertas.