A solo diez días de la protesta con una plataforma amplia —renuncia de la presidenta Dina Boluarte, cierre del Congreso, adelanto electoral y asamblea constituyente—, no hay consenso sobre la dimensión que tendrá la movilización, pero es claro que el factor clave en la perspectiva futura del país son los muertos por evitar.
Una movilización grande complicaría la perspectiva del Gobierno y del Congreso en su afán por llegar al 2026, reforzando la crisis de representatividad política, mientras que una convocatoria raleada enredaría la proyección del activismo contra Boluarte, pues sería difícil convocar después a la ‘cuarta toma de Lima’ sin que se tuviera noticia de evidencia de las tres primeras.
Aunque nunca se sabrá hasta el mismo día, lo más probable —prevén los conflictólogos— es que la movilización J19 no tenga la dimensión de la protesta del inicio del Gobierno de Boluarte ni que sea inexistente. Es decir, algo al medio de ambos escenarios, una proyección muy incierta de amplio espectro.
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Pero, en cualquier caso, marcha grande o pequeña, el factor clave será evitar que se produzcan más muertes, pues este determinará con mayor gravitación lo que ocurrirá desde el 20 de julio, al día siguiente de la protesta.
El Gobierno debe ser consciente, por su propia experiencia reciente, de que, si hubiese más muertes el J19, su escenario futuro sería muy complicado. Debe prepararse para evitarlas.
En el sector opuesto, el de la ultraizquierda violentista, creen que tener más muertes mantendría viva su protesta, e irán a buscarlas. Y tienen la complicidad de otros sectores de izquierda alejados de ellos, pero con arengas lanzadas desde la última barricada de su Twitter que parecen implicar un entusiasmo mayor por el objetivo político. Y, también, de gente de una ultraderecha que justifica la muerte como forma de prevenir protestas futuras y —dicen— más muertes.
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Por el principio fundamental de defensa de la vida, pero también del pragmatismo político, no debe haber más muertes el J19 en un país donde últimamente hay pocos héroes y muchas tumbas, y donde los ultras de ambos extremos gustan matar con el estruendo de sus disparos y el silenciador puesto en sus motivaciones reales.