Cargando...
Opinión

La Policía en la escena del crimen

La corrupción policial es el paisaje natural del Perú.

larepublica.pe
Augusto Álvarez Rodrich

Si en algo puede ser extremadamente exitosa la Policía Nacional del Perú, es en su habilidad para ser la primera en llegar a la escena del crimen, pero no por su capacidad de identificarlo y desplazarse con rapidez, sino porque ella misma lo comete.

La Policía peruana ofrece expresiones cotidianas de podredumbre institucional, pero el hecho de que el Ministerio Público en compañía de policías asignados a trabajar con los fiscales dedicados a la lucha contra la corrupción allane la casa y la oficina de nada menos que el comandante general de la PNP constituye una escena insólita.

Eso fue lo que sucedió el domingo por la noche cuando un equipo de la Fiscalía y de la Policía allanó su vivienda en San Borja y su oficina en el Ministerio del Interior luego de que el programa ‘Cuarto poder’ difundiera una fotografía del cumpleaños de Jorge Hernández, (a) el ‘español’, quien organizó más de un chanchullo durante la presidencia de Pedro Castillo —con este como protagonista—, en donde participaba muy orondo el general Raúl Alfaro, quien antes había negado conocerlo.

La escena de los subordinados del jefe de la Policía en su casa buscando evidencia de sus delitos es patética, pero ya es una estampa costumbrista de un descalabro. La vivienda del antecesor del general Raúl Alfaro, el general Luis Vera, también fue intervenida.

El ‘español’ es un audaz corruptor que llegó hasta el mismo presidente Pedro Castillo, organizando con él hasta el montaje de un sistema de espionaje para el seguimiento indebido de funcionarios y periodistas que eran considerados por el golpista de Sarratea como un obstáculo para robar.

Castillo es lo más cercano a una pata de cabra puesta en la puerta de Palacio de Gobierno para asaltar al erario, y quien ha triturado lo poco que quedaba de la reputación policial, aunque debe recordarse que su corrupción no es fenómeno reciente, sino que  ya es un problema estructural del país.

Lo cual constituye una explicación central de la desconfianza creciente en la democracia en el Perú, pues la Policía suele ser la presencia cotidiana más cercana del Estado y del sistema político para los ciudadanos. Su reforma a fondo debiera ser una prioridad de cualquier plan de gobierno.