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Opinión

Misiones y visiones

“La anunciada visita (de la Misión de la OEA) nos permitirá respirar un poco, hacer que salgamos de nuestras madrigueras de odio, y podamos, al fin, conversar”.

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“La anunciada visita (de la Misión de la OEA) nos permitirá respirar un poco, hacer que salgamos de nuestras madrigueras de odio, y podamos, al fin, conversar”.

Profesor UARM Misiones y visiones

En pocos días, como para aumentar las tormentas entre las que vivimos, llegará a nuestro país una misión enviada por la —nunca bien entendida— Organización de Estados Americanos (OEA). Los trinos y reacciones sobre el tema ya estallaron y continuarán los próximos días, porque el drama político entre nosotros nunca se agota.

¿Se trata de un espaldarazo al presidente como argumentan con tirria algunos opinantes? Un mal de nuestros tiempos, tanto en materia de compras como de entendimiento político, es no leer la letra chiquita, o destazar un texto para, en una operación que se cree magistral, hacerlo coincidir con lo que uno cree.

La resolución que anuncia el envío de un ‘grupo de alto nivel’ a nuestro país, para que realice una visita y analice la situación, expresa su solidaridad “al gobierno democráticamente electo” y a “la institucionalidad democrática”. Esto no significa, en modo alguno, que sea anuente con las numerosas tropelías del gobierno.

Simplemente, reconoce que Pedro Castillo fue elegido sin fraude alguno (una tesis que la oposición más áspera aún hoy levanta como un mantra) y, en clave diplomática cauta, que hay problemas políticos serios. Cosa que nadie podría negar, salvo que viva en la estratósfera de sus convicciones cerradas. Salvo que vea visiones.

Bajo esa luz podríamos decir que la anunciada visita nos permitirá respirar un poco, hacer que salgamos de nuestras madrigueras de odio, y podamos, al fin, conversar. Porque la misión viene también a “promover el diálogo”, y aunque es una pena y un signo de inmadurez democrática que no dialoguemos solos, ya logró algo.

El otro efecto, este sí conveniente para el mandatario, es que los procesos de vacancia o destitución contra él se suspenderán o se volverán más lentos. Pero no se disolverán. Es más: la OEA podrá auscultar en el terreno cuál es la naturaleza compleja de la crisis y tendrá que hablar con todos los involucrados, incluso con los que la odian.

Hay quienes han sugerido que el organismo no está informado, lo que resulta una ingenuidad. Por supuesto que sí lo está, entre otras cosas porque su última Asamblea General fue en Lima, hace unos pocos días, y es imposible que no se haya enterado de nada. Lo que hará ahora es ver la letra chiquita, el detalle específico.

Es probable entonces que el Ejecutivo no salga bien parado. Aunque el Congreso tampoco, ni la Fiscalía de la Nación, ni ninguno de los actores protagónicos del drama. Porque todos tienen una esquina controvertida, una mancha en el currículum. La misión no lo dirá así, pero es probable que su informe no deje a nadie feliz.

Los ojos de afuera siempre ayudan, incluso en una crisis personal. En este caso, si bien el presidente ha pedido ese salvavidas, lo que vamos a vivir es un trance en el cual se pondrán en evidencia los estilos políticos que nos asfixian. La resultante de eso podría ser hasta una transición. Claro, si nos ponemos serios y no seguimos gritando.