En un sentido propiamente económico, el mundo se está encogiendo. Un dólar más caro. Un cobre con menos precio. Una caja fiscal más ajustada. Con todos los males que rodean a esos problemas. Este es el tipo de pronóstico que nos está tocando para lo que queda de este año y acaso el siguiente. El problema es mundial, como casi todo lo malo que se viene dando desde la pandemia.
En el plano mundial se teme que los esfuerzos por atajar la inflación lleven directamente a una recesión. El crecimiento en los EE. UU. cayó 1.5 puntos en el primer trimestre del año. La tasa de crecimiento en China este año está por debajo de los pronósticos más pesimistas, a casi la mitad que a comienzos de año. Esos son, no lo olvidemos, nuestros dos principales mercados de exportación.
La página https://www.politico.com/ ha estimado que “las alzas en tasas de interés, los consumidores acogotados, los ejecutivos aterrados, y posiblemente los gobiernos arrinconados” conforman el potencial para una recesión significativa. En verdad dice más: la recesión en los EE. UU., por ejemplo, ya llegó.
En nuestro rincón peruano los efectos del temor en el norte empiezan a sentirse. El dólar pegó un salto importante (a 3.77) la bolsa cayó 2.83%, las acciones mineras 6%. De marzo a la fecha el precio del cobre ha disminuido una cuarta parte. Todo esto sucede en medio de un aparentemente paradójico impulso inflacionario.
Entre las plagas disponibles para el Perú podría estar la estanflación: una inflación alta, combinada con un desempleo también alto, y una demanda empantanada. A eso se le puede agregar la enorme caída en los niveles de confianza de los consumidores, que van yuxtapuestos a la aparición de muchos menores niveles de consumo.
Es obvio que con Pedro Castillo de presidente, y un electorado parte del cual está dispuesto a fabricar más Castillos (de izquierda, de derecha o ambos) por el camino, no vamos a salir de esta nueva trampa de crisis económica nunca. En otras palabras, en el Perú la recesión tan temida es antes que nada un fenómeno político.
Por eso, entre otras causas, los pronósticos de los especialistas financieros para Perú no son buenos, ni neutros ni concesivos. Ni siquiera los conmueve la perspectiva de nuevas sorpresas anunciadas por el ignoramus para Fiestas Patrias.