En Hualcuy, un centro poblado de Ayabaca, en la serranía de Piura, Erik tiene la certeza de que la Blanquirroja campeonará en el encuentro contra Australia. Con ocho años y en medio de unas clases que este 2022 han vuelto a la normalidad, el alumno dice “Arriba, Perú” mientras sus maestros aceptan el rol de público frente a los improvisados partidos de fútbol en el patio del colegio estatal.
Luego del pronunciamiento de Alejandro Salas, ministro de Cultura, sobre la decisión de declarar feriado el lunes 13 de junio para el sector público, la limitación en esta zona rural del norte del país ya no es el horario, sino el acceso a la tecnología: son muy pocos los habitantes que cuentan con una televisión. Hasta el momento, según explica la profesora Mariela, la solución es reunirse en aquellas casas donde el aparato eléctrico entretiene y, en ocasiones similares a un repechaje, salva. Cada quien apoya a la selección según las condiciones se lo permitan.
Y además de las condiciones está la ilusión, porque en tanto los adultos abrazan con furia de hincha la posibilidad de clasificar al Mundial Qatar, los niños construyen un mensaje de optimismo que escapa de las aulas. Escapa también de la línea entre lo público y lo privado: los colegios particulares tienen la posibilidad de regular su itinerario para que el personal y los estudiantes se sumen a la fiesta deportiva y contribuyan así al espíritu de unidad, un ánimo que de rato en rato le otorga un respiro al país y lo nutre de identidad nacional.
Bien lo dijo Salas cuando difundió la noticia que ha alegrado a más de uno: “Esto motiva a que los peruanos puedan organizarse, puedan salir a las calles a reunirse con los cuidados del caso”. Suspender para conectar es una medida con un antecedente que, al igual que ahora, desempolvó camisetas y enterró la subestimación hacia el cuadro dirigido por Gareca: el jueves 16 de noviembre de 2017 el gobierno de PPK decretó el día como feriado no laborable gracias a la clasificación al Mundial Rusia 2018.
El recuerdo de esa temporada sustenta el entusiasmo actual. Las banderas, los festejos, las parodias, las apuestas, los gritos y los llantos cimentaron la confianza que circula en la opinión pública. Desde entonces, la palabra repechaje posee un arranque tan feroz como el grito de Erik, con quien a la 1.00 p. m. del lunes, de norte a sur, la nación elevará un emocionado “Arriba, Perú” y, de paso, un “Cómo no te voy a querer”.