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Opinión

Harina de pescado, ¿salvación alimentaria?, por René Gastelumendi

larepublica.pe

Mariana Escobar, la representante de la FAO en el Perú, acaba de advertir que alrededor de 15.5 millones de peruanos están en situación de inseguridad alimentaria y que lo que se viene a mediano plazo es muy preocupante. En los últimos dos años, debido a las restricciones comerciales producto de la pandemia, sumadas al trance geopolítico por la guerra entre Rusia y Ucrania, se ha generado una crisis alimentaria mundial que, en el caso peruano, tendrá un impacto en temas tan particularmente sensibles –por endémicos– como la desnutrición crónica y la anemia.

Cereales como el trigo y todo lo que el trigo alimenta, incluidos nuestros adorados pollos, van a ser afectados por la inflación, incluyendo productos básicos de la canasta familiar. A esto se le suma el tema de los fertilizantes nitrogenados, como la urea, cuya demanda se ha incrementado ya que la federación rusa es uno de los principales exportadores mundiales.

No obstante, en el caso peruano, hay un posible paliativo a la vista: con cerca de 1,500 toneladas por año, el Perú es el principal productor de harina de pescado del mundo, la cual se obtiene luego de retirarle todo el contenido de agua y gran parte de sus grasas y aceites a la anchoveta de nuestro mar, quedando luego de este proceso la proteína como parte sólida, que luego es secada y molida al grado de una harina.

Si bien el principal uso de la harina de pescado es la formulación de alimentos balanceados para el desarrollo de actividades, como acuicultura, avicultura, ganadería, entre otros y que, de este modo, los nutrientes de la anchoveta son aprovechados por los consumidores, a través del consumo de otras carnes que han sido alimentadas con estos ingredientes, hoy, dada la emergencia alimentaria que se nos viene, es otro de sus usos el que podría explotarse: el abono.

La harina de pescado es rica en nitrógeno, contiene alrededor de un 7 por ciento de ácido fosfórico, muchos microelementos y se aplica a la tierra como un abono de cobertura relativamente rápido. ¿Por qué, dada la emergencia, el Ejecutivo no conversa con la Sociedad Nacional de Pesquería con el fin de destinar un porcentaje de harina de pescado para el uso local como abono? ¿Qué esperamos?