La frase se la escuché a Marco Sifuentes en La Encerrona. La soltó en alusión a este huayco de linchamientos colectivos en redes sociales, fundamentalmente limeñas. Hoy, si dudas, o piensas votar en blanco, o quieres hacer un garabato, o has decidido no ir a sufragar, le estás haciendo el juego al comunismo.
O sea, si no estás con nosotros, estás contra nosotros. Si no tomas partido, estás contra tu país. “¡Qué miedo tener por presidente a un terruco!”. “¿Qué prefieres: que indulten a Fujimori o a Antauro y Abimael?”. “Que tu amor a la Patria sea más grande que tu odio a Keiko”. “Qué pena dan estos ignorantes que van a votar por Castillo”. “La consigna es clara. Tu voto salvará al Perú, o lo hundirá. Depende de ti. Vota por Keiko”. “Primero unámonos contra el rojerío y después aclaremos nuestras diferencias”. “Los caviares son los responsables de esta polarización”. Y en ese plan.
La chilla histérica se ha adueñado de los chats grupales. En consecuencia, el que manifiesta una posición distinta es pasado por el callejón oscuro, o es confrontado y acorralado con “argumentos” que agudizan la intolerancia.
Como dijo Jorge Bruce el pasado lunes en este papel: “El miedo –un consejero tan nefasto como la culpa o la cólera– se precipita y vocifera”.
Por si fuera poco, un importante sector de los medios periodísticos ha comenzado a hacer lo propio. Lo peor es que aplaudido por estas facciones de limeños aterrorizados ante “el advenimiento del comunismo”.
El favorecimiento de sus líneas informativas y editoriales son groseras. La última encuesta del IEP así lo demuestra. Es una percepción real y objetiva. El 59% de los peruanos cree que los medios están ofreciendo una cobertura desbalanceada. Y de ese 59%, el 79 por ciento cree que los medios se han tirado al piso para ayudar a Keiko Fujimori a ganar. Una vergüenza.
No estoy en contra de quienes quieren votar por Fujimori, por las razones que fuesen. Están en todo su derecho de hacerlo. Me parece una decisión respetable. Pero entiendan que ese voto es tan válido como el voto por Pedro Castillo o el voto en blanco o viciado, o la decisión de no ir a votar, como en mi caso.
¿Por qué la necesidad de encasillar? Uno puede disentir y discutir. Es lo democrático. Lo que es insufrible es que toda discrepancia te sitúa en el acto como “enemigo de la libertad y la democracia”. ¡Como si Keiko encarnase esos valores, que le son tan ajenos, por Dios!
Y así se la pasan, en este desolador extremo de intransigencia, tratando de convencer con artificios chantajistas y emocionales (“piensa en tu familia y en tus hijos”), calificando al que piensa diferente.