Y aunque muchos lo quieran negar, el #covid19 debe ser nombrado el gran digitalizador del mundo (de todo el mundo). Y es que lo que ha aportado esta pandemia a la digitalización y la transformación digital de entidades públicas y privadas es más que notorio. Desde romper el miedo de muchas personas a las transacciones electrónicas (por la necesidad de adquirir bienes y servicios con un distanciamiento físico); hasta el rompimiento del miedo por parte de funcionarios gubernamentales que no permitían avanzar con los proyectos digitales que benefician al ciudadano.
Lamentablemente los tomadores de decisión pública, tanto en el Congreso como en el Ejecutivo, han venido en los pasados 20 años viendo el fenómeno digital, pero no avanzando en el despliegue de soluciones que le beneficien al ciudadano, a la sociedad civil y al sector privado; en esencia por desconocimiento y por temor a perder sus cuotas de poder.
Y es que la digitalización de procesos no solo beneficia al ciudadano ahorrándole horas de filas en servicios públicos, sino que le da la oportunidad de ser atendido 24 horas todos los días, le permite acceder a información de manera continua por parte del Estado (cuando el Estado la entrega, claro está); sino que además permite desarrollar una transparencia absoluta del uso del dinero público, se transforma entonces lo digital en el principal instrumento de la lucha contra la corrupción y permite la veeduría ciudadana de manera activa, permitiendo el mayor acceso a la información pública.
Y desde el sector privado la obligación de tener un adecuado resguardo de los datos de los clientes, así como cumplir con las obligaciones y medidas para evitar los incidentes de ciberseguridad, permite generar mayor competitividad, además de fomentar el crecimiento de la actividad emprendedora.
Pero ¿qué ha ocurrido que aún con esta aceleración no se tienen las herramientas necesarias, regulatorias y políticas para desarrollar un Perú Digital? En esencia que los tomadores de decisión pública confunden CyT con Digitalización; confunden gobierno digital con uso de tecnologías digitales para el gobierno; y no comprenden que el fenómeno digital no es solo un instrumento sino la forma de vida que ahora tenemos. Hay sin duda, como dijo el poeta, hermanos, mucho por hacer.
Como todo lo anterior no tiene sentido si se queda solo en la teoría y no nos involucramos, he decidido aceptar la propuesta del Partido Aprista Peruano de incorporarme, como invitado, a la lista de candidatos por Lima. Cierro esta columna por unos meses, por un compromiso ético, y desde ya confío en que el tema digital no sea un tema más en esta campaña, sino “el tema transversal”. Cuídense, cuidémonos, cuidemos a los que más queremos que esta pandemia aún tiene para rato.