Se acercan las elecciones presidenciales y, como siempre, todos esperan a última hora para inscribirse en partidos sin proyecto político alguno, sin claridad sobre lo que quieren y con más ganas de poder que ideas sobre cómo salir de esta crisis. Es el momento de los políticos de siempre para “reinventarse”. Y no, no necesariamente en un buen sentido.
El próximo proceso electoral va a ser un “sálvese quien pueda”. Casi ninguna figura política –con o sin cargo– ha ofrecido a la gente una salida a la situación en la que nos ha puesto el coronavirus y la lejanía e incapacidad de las autoridades. De hecho, mientras más bajo haya sido el perfil, más posibilidades de entrar con un discurso coherente a un proceso en el que varios ya han metido la pata. De lo contrario, siempre nos preguntaremos, ¿qué han hecho o propuesto durante la crisis por la covid-19 aquellos que hoy nos plantean solucionarla?
El partido Restauración Nacional, asociado a Humberto Lay, con un muy mal desempeño en las últimas elecciones, busca “reinventarse” con la incorporación de George Forsyth y hasta cambiándose de nombre a Victoria Nacional. ¿En qué otro lugar los partidos se cambian hasta de nombre? Está claro que aquellos que arrastran una debilidad institucional y un caudillismo histórico. Se viene, nuevamente, un proceso en el que pesarán más las personalidades que los idearios.
Pero no nos dejemos engañar. Ya hemos visto candidaturas como la de Fernando Cillóniz, ex gobernador regional por Keiko, luego renunciante a Fuerza Popular. O al propio Daniel Urresti que agitaba convenientemente la bandera de la vacancia hasta que terminó votando en abstención en uno de los dos más importantes/cruciales momentos de los últimos años.
Ahora bien, es cierto que hablar de elecciones es adelantarnos. Aún no sabemos cuáles serán todas las reglas del próximo proceso y es probable que congresistas provacancia y/o prorreelección aún guarden algún as bajo la manga. Aún no se votan piezas claves de la reforma política y si bien el plazo se agota, subestimar esos intentos sería un error.
Quizá una de las cosas más importantes en este periodo, ya hablando de lecciones aprendidas, sea haber descubierto el verdadero rostro de partidos como Acción Popular. Salvando contadas excepciones, el papel que han jugado los representantes de los grupos políticos en el Congreso ha sido más que lamentable. Ya en abril tocará premiar o castigar estos comportamientos.