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Opinión

Los caminantes y los navegantes

“Misión Huascarán no sólo regala calaminas, también guía espiritual pues, según se lee en su sitio Web, a los pobladores ‘les hace falta una adecuada formación moral’”.

larepublica.pe
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Según cifras oficiales, 220 mil personas han salido de Lima hacia sus provincias de origen; otros cálculos proyectan 300 mil. Les llaman caminantes; también retornantes, esta ciudad ya no puede ofrecerles ni alojamiento ni comida. Con excepciones, ellos son insultados y rechazados por sus paisanos. Se activaron las rondas campesinas y los comités de vigilancia que pusieron tranqueras en las vías de acceso a las comunidades, asegura el sociólogo Víctor Caballero. Semanas de culpabilizar a la potencial víctima corroen el mito de la solidaridad y dejan a su suerte a miles. Como en Juliaca, donde enfurecidos puneños apedrearon un hotel que alojaba a 180 retornantes en cuarentena y pretendieron incendiarlo; los acusaban de ser portadores del virus. El puneño es solidario dijeron, pero se protege ante la muerte. Los caminantes parecen condenados a un viaje sin fin.

Luego están los navegantes. En entrevista concedida a La República, Eduardo Hochschild, quien dirige Hochschild Mining entre otras empresas, reflexiona sobre el país en tiempos de coronavirus subrayando dos ideas. La primera, su preocupación por el hambre de las familias en el contexto de la epidemia y la segunda, la apuesta que saldremos adelante ya que estamos “todos en el mismo barco”. Sus declaraciones son significativas pues provienen del titular de la quinta fortuna más grande del Perú, unos $1,300 millones de dólares en el 2019, según el diario Gestión.

Hochschild refiere que TEPSUP y la UTEC, dos universidades de su propiedad, están desarrollando y donando materiales de protección para médicos y enfermeras. Además, su familia y su empresa promueven subastas de arte cuyos fondos irán a artistas y policías. El empresario menciona la ayuda para llegar con comida a los más pobres desde la ONG Misión Huascarán, que él y su esposa integran. La dirección de esta ONG es la misma que la del Santuario de Sagrado Corazón de Jesús en Surco, sede también de Avanzada Católica, el movimiento laico de Pro Ecclesia Sancta. En 2018, el teólogo Eduardo Arens calificó a Avanzada y al Sodalicio de movimientos “ultraconservadores y acaudalados”, pertenecientes a una sociedad de “ricos y famosos”1 .

Misión Huascarán en Mancos, distrito de Yungay, apoya diversos programas sociales. Además de cocinas mejoradas, por ejemplo, entregaron a los campesinos 37 paneles solares y 10 techos. Sobre techos y alturas debe conocer el empresario Hochschild: hace poco compró un departamento en el piso 48 de un condominio en el MoMa en Manhattan valorado en $8.45 millones de dólares, informó un medio neoyorquino. Pero la Misión no sólo regala calaminas, también guía espiritual pues, según se lee en su sitio Web, a los pobladores “les hace falta una adecuada formación moral y de valores”. La ONG asegura que esta catequesis es voluntaria para los benefi ciarios de sus obras.

Estamos, en esta crisis, en el mismo barco, asegura Eduardo Hochschild. Revisemos la información del Titanic, no la película, el resumen de Wikipedia nomás. El barco tenía un hospital pero sólo para pasajeros de la primera y la segunda clase. Unas rejas las separaban de la tercera clase, con más de 500 migrantespobres, pues autoridades de Nueva York debían controlar a la llegada que no portaran infecciones. Cuando el Titanic se estrella, se descubre que en la zona de la tercera clase no había botes salvavidas: el 75% de esos pasajeros no pudo salvarse. Y eso que iban todos en el mismo barco.