China ha oficializado la apertura de su mercado para el sorgo brasileño, en un movimiento estratégico que busca reducir su dependencia de los productos agrícolas de Estados Unidos. Este acuerdo, firmado durante la reciente reunión entre Luiz Inácio Lula da Silva y Xi Jinping en Brasilia, también incluye uvas frescas, sésamo, harina de pescado y aceites derivados. Según el Ministerio de Agricultura de Brasil, el potencial comercial anual de estos productos asciende a US$500 millones.
La importancia del sorgo radica en su peso geopolítico. China, el mayor importador mundial de este cereal, compra la mayor parte de sus suministros a Estados Unidos, pero una posible reactivación de la guerra comercial bajo un segundo mandato de Donald Trump podría alterar este panorama. Brasil, con una producción estimada de 4,55 millones de toneladas para la campaña 2024/25, busca consolidarse como un proveedor confiable para el gigante asiático.
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El acuerdo comercial entre ambos países refuerza la posición de Brasil como el mayor proveedor de alimentos para China, un rol que ocupa desde 2017. Según Carlos Fávaro, ministro de Agricultura de Brasil, esta alianza demuestra la confianza en la calidad y sostenibilidad de los productos agrícolas brasileños, lo que fortalece la estrategia de comercio bilateral.
En 2023, China importó 1.830 millones de dólares en sorgo, una cifra dominada por las exportaciones estadounidenses. Sin embargo, el mercado internacional de sorgo comienza a abrirse a nuevos actores, y Brasil busca aumentar su participación, actualmente del 0,29%. Además, la creciente demanda de productos como la harina de pescado brasileña y el sésamo refuerza la diversificación de exportaciones hacia el mercado asiático.
Una nueva guerra comercial entre China y Estados Unidos beneficiaría a Brasil al aumentar la demanda china de productos agrícolas como sorgo, soja y maíz, fortaleciendo sus relaciones comerciales bilaterales. Sin embargo, también podría generar presión en el mercado interno brasileño con el aumento de precios y la competencia con otros exportadores como Argentina y Australia. Esto consolidaría a Brasil como un actor clave en el comercio global, diversificando su mercado exterior.