Tal como lo prometió en campaña, el Gobierno de Javier Milei reabrió el debate sobre la última dictadura en Argentina y el papel de las fuerzas armadas, al cuestionar el número de desaparecidos y proponer que los militares actúen en la seguridad interna del país.
En un acto el martes con veteranos de la guerra de Las Malvinas que Argentina perdió ante el Reino Unido en 1982, el presidente ultraderechista culpó a la política de “hostigar y humillar” a los militares por lo ocurrido durante la dictadura tras el retorno de la democracia un año más tarde, y prometió limpiar sus nombres.
El Gobierno de Milei también divulgó recientemente en el aniversario del último golpe de Estado de 1976 un video que cuestiona la cifra de 30.000 desaparecidos durante la dictadura y que fue consensuada en su momento por organizaciones de derechos humanos.
Además, anunció el mes pasado la intención de reformar una ley para permitir que las fuerzas armadas intervengan en operaciones destinadas a restablecer la seguridad en asuntos internos.
Esta medida apunta a combatir el “narcoterrorismo” que azota Rosario, una ciudad 300 km al norte de Buenos Aires que ha sido escenario de impactantes hechos de violencia por parte de bandas criminales y mediáticas respuestas de las fuerzas de seguridad.
En Argentina, desde 1991, el ejército solo puede proporcionar equipamiento y apoyo técnico a la policía y demás fuerzas de seguridad, sin intervenir directamente.
La idea de que los militares custodien la seguridad interna despierta ecos dolorosos del pasado, en momentos en que el Gobierno reabre la llaga de lo ocurrido en la década de 1970, marcada por miles de desapariciones, exilios y ejecuciones en centros clandestinos.
Los propios militares se sienten incómodos con la idea de ocuparse del orden interno y grandes sectores de la sociedad –de la derecha a la izquierda– rechazan esta iniciativa.
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Incluso la vicepresidenta Victoria Villarruel, cercana a ciertos sectores cuestionados de las instituciones militares, se mostró en contra: “La función de las fuerzas armadas no es combatir a civiles”, afirmó en una entrevista al canal TN.
“En los años 1970 se combatió al terrorismo”, dijo, al referirse a grupos guerrilleros. “¿Y dónde están los que lo combatieron? Presos”, continuó Villarruel, que reivindica la “teoría de los dos demonios” según la cual los movimientos clandestinos que enfrentaron a los militares en aquel entonces también deben ser llevados ante la justicia.
En defensa del uso de las fuerzas armadas para combatir al llamado “narcoterrorismo”, la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, comentó que “el país tiene que poder salir de sus heridas y avanzar hacia el futuro”.
“Las fuerzas armadas hoy son parte integral de nuestra democracia”, señaló.
Para algunos expertos, hay una cuestión de proporcionalidad, ya que según ellos en el caso de Rosario la delincuencia es cometida principalmente por micropandillas todavía precarias.
Milei reiteró el “reclamo inclaudicable” de soberanía sobre las Islas Malvinas y llamó a los argentinos a una “reconciliación” con las fuerzas armadas que en 1982, durante la dictadura, declararon la guerra al Reino Unido por el control del archipiélago del Atlántico sur.
“No existe soberanía sin prosperidad económica ni prosperidad económica sin libertad”, dijo el mandatario ultraliberal que prometió impulsar “un reclamo real y sincero” sobre las islas.