El Camino del Inca con 41,8 kilómetros de largo, con terreno rocoso y verde en la distancia en Machu Picchu, fue el inicio de lo que Laura y Adrián construirían con el tiempo.
Laura y Adrían se conocieron en un recorrido en Machu Picchu. Foto: CNN Español
La excursión al camino sagrado junto con otros turistas y guías fue el lugar donde por primera vez ambos cruzarían palabras, específicamente en un almuerzo previo a la caminata. Laura acababa de graduarse de la Universidad del Medio Oeste en Estados Unidos, y a sus 20 años se vio estancada y en medio de decisiones por tomar en la nueva etapa de su vida como una adulta.
Su amiga íntima, Liz, la convenció de recorrer Machu Picchu. Laura ve esa propuesta como una forma de “reiniciar su vida” y decide tomarla. Pensó que “sería muy bonito, muy poético” relata.
Ruinas de la Ciudadela de los Incas. Foto: Perú Travel
Laura reflexionó que, para explorar metafóricamente un “nuevo camino” en su vida, nada sería más apropiado que emprender un viaje por un sendero que ha sido trazado y recorrido por innumerables personas antes que ella.
Esta consideración la llevó a pensar en la experiencia del Camino Inca, como una oportunidad para distanciarse de sus propias preocupaciones y reflexiones personales. Su pasión por los viajes y el descubrimiento por nuevas culturas y lugares reforzó su decisión. Convencida de las potenciales ventajas de esta aventura, agarró su mochila y viajó con su amiga Liz a Perú.
Ya en Cuzco, Laura y su amiga Liz se unieron a un grupo de turistas para ir a recorrer una de las 7 maravillas del mundo, Machu Picchu. Durante el almuerzo, coincidieron con viajeros de diferentes nacionalidades, como de Estados Unidos, algunos de Brasil, otros de Argentina y uno de Costa Rica: Adrián.
Adrián mencionó en una entrevista para CNN que “Machu Picchu era un lugar al que realmente quería ir desde hacía mucho tiempo”.
Laura y Adrían se conocieron en un recorrido por el Valle Sagrado. Foto: CNN
Durante el camino por los campos de cultivo del Valle Sagrado de los Incas, mientras conversaba con otro integrante del grupo, Laura se vio en apuros al no saber explicarle muy bien algunos temas. En ese momento, Adrián decide intervenir y hacer de traductor.
Tiempo más tarde, supieron que ambos se dedican a los seguros. Movida por la curiosidad, Laura se interesó en profundizar su conocimiento. Así, ella y Adrián dedicaron un tiempo para conversar sobre la carrera profesional que compartían.
Laura asegura que ese no fue el inicio de nada, “pero fue el primer momento en que conectamos y nos dimos cuenta de que teníamos algo en común”.
Después de pasar un tiempo único en Machu Picchu, Laura tenía previsto regresar en autobús a Aguas Calientes, la ciudad más cercana a la ciudadela de los Incas, por lo que llegó la hora de despedirse. Laura decidió que “cuando viajas, conoces a mucha gente. Está bien separar las cosas. Fue un momento muy bonito, y fue genial que conociéramos a Adrián”, pensó.
Ciudadela de Aguas Calientes, en Machu Picchu. Foto: Perú Travel
Adrián también sintió una ligera pizca de arrepentimiento cuando Laura se dirigió a la parada del autobús, pero también acabó olvidándose de ello. “Fue estupendo conocer a Laura y Liz”, dijo. “Fue increíble compartir la experiencia de Machu Picchu con extraños de ideas afines. Pero vivimos en países diferentes. Probablemente, nunca nos volveríamos a ver”, agregó. De este modo, ninguno de los dos intercambiaron su número de contacto.
De regreso a Aguas Calientes, Liz y Laura se dirigieron a un bar. Horas más tarde, como por casualidad del destino, Adrián las encontró y se acercó a ellas para pasar un momento ameno. En ese lugar, lograron platicar más sobre sus respectivos países e, incluso, prometieron un intercambio entre naciones.
El Valle Sagrado uniría a estos extranjeros en un amorío inimaginable. Foto: CNN
Para su regreso a Lima, los entonces amigos se dieron con la sorpresa de que tenían vuelos de avión similares, por lo que decidieron encontrarse e ir juntos. En el aeropuerto de Lima, justo cuando Adrián se preparaba para volver a Costa Rica y Laura junto con Liz se disponían a regresar a Estados Unidos, intercambiaron sus datos de contacto.
Según Laura, el reencuentro con Adrián parecía llevar consigo un aire de predestinación o hasta algo divino. Estaba decidida a no dejar pasar nuevamente ese momento.
Se siguieron hablando por teléfono a distancia y, poco a poco, fortalecieron su amistad. Sin embargo, en 2010, Adrián reservó un vuelo para visitar a ambas amigas a Estados Unidos por Año Nuevo.
Tras llegar a la ciudad de Laura en Milwaukee, Adrián expresó sus verdaderos sentimientos, lo cual fue correspondido. Desde ese entonces, se enrrumbaron en una relación a distancia, y el costarricense viajaba al país de su amada para poder verla y pasar semanas juntos.
Más tarde, en 2013, se casaron en un carnaval tradicional en Costa Rica, con lo que pudieron concretar su historia de amor. Laura menciona que “Se sintió tan bien poder, finalmente, vivir ese momento y sentirme mucho más en paz”.
Laura y Adrián vivieron muchos años en Costa Rica, hasta tomar la decisión de partir a Estados Unidos. En la actualidad, ambos siguen viviendo en Milwaukee, y tienen una hija de 3 años, con la que siguen compartiendo sus aventuras, que los unió desde el día uno.
“Nuestra vida y nuestro matrimonio han sido una aventura”, expresó Adrián.
Hoy en día, Laura se asombra al pensar que estuvo a punto de permitir que Adrián se alejara después de que dejaron atrás Machu Picchu, ahora que sabe que su encuentro por el Camino Inca tuvo un efecto el resto de su vida.