En una iniciativa pionera que capturó la atención mundial, el Reino Unido se sumergió en un experimento socioeconómico sin precedentes: la implementación de una semana laboral de cuatro días. Este estudio se dio para evaluar el impacto de reducir el horario laboral sin disminuir el salario, lo que arrojó resultados tan positivos que la mayoría de las empresas participantes decidió hacer permanente el cambio.
La prueba, que se extendió a lo largo de varios meses, involucró a una diversidad de sectores y demostró que es posible alcanzar un equilibrio más saludable entre la vida laboral y personal, sin sacrificar la productividad. De hecho, muchas empresas reportaron un aumento en las ganancias y una mejora notable en la satisfacción y el bienestar de sus empleados. Esta transformación en el horario laboral, ahora evidenciada por datos concretos, sugiere un cambio paradigmático en la forma en que entendemos el trabajo y su papel en nuestras vidas.
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El estudio sobre la semana laboral de cuatro días en el Reino Unido fue realizado por un equipo de investigadores, en colaboración con la organización 4 Day Week Global, en asociación con la Universidad de Cambridge, la Universidad de Oxford, y el think tank Autonomy. Participaron más de 60 empresas de diferentes tamaños y sectores, incluyendo tecnología, salud y servicios financieros, que se comprometieron a mantener el salario completo de sus empleados a pesar de la reducción de horas trabajadas.
El experimento de la reducción del horario laboral en Reino Unido resultó un éxito. Foto: Expansión.
Los criterios de evaluación abarcaron desde la productividad y el rendimiento empresarial hasta el bienestar físico y mental de los trabajadores, quienes pasaron por el impacto ambiental de menos días de trabajo. El estudio duró entre junio y diciembre de 2022 y, tras ello, al menos el 89% de las empresas mantuvieron la política y el 51% hizo permanente la medida para fines del 2023.
Para garantizar la efectividad de la prueba, se establecieron medidas claras y objetivas. Las empresas participantes acordaron reducir la jornada laboral a 32 horas por semana, distribuidas en cuatro días, sin disminuir los ingresos de sus empleados. Se incentivó la implementación de prácticas de gestión eficiente del tiempo, como la limitación de reuniones innecesarias y el fomento del trabajo autónomo. Además, se puso un énfasis especial en la medición del impacto ambiental, a fin de que la reducción de días laborales contribuya a disminuir la huella de carbono de las empresas.
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El éxito del experimento en el Reino Unido inspiró a otros países a considerar la semana laboral de cuatro días. Naciones como Nueva Zelanda y España iniciaron sus propias pruebas, en búsqueda de replicar los beneficios observados en términos de productividad y bienestar. En Nueva Zelanda, una empresa tecnológica reportó resultados tan positivos que decidió adoptar permanentemente la semana laboral reducida. España, por su parte, lanzó un proyecto piloto con financiamiento público para explorar los efectos de la medida en una variedad de industrias.
Este movimiento global hacia horarios laborales más flexibles señala un cambio fundamental en la percepción del trabajo y su relación con la calidad de vida. A medida que más países y empresas evalúan la viabilidad de la semana laboral de cuatro días, emerge un debate sobre cómo equilibrar la demanda de mayor eficiencia con la necesidad de bienestar para los trabajadores.