Por Álvaro Mellizo. EFE
La llegada masiva de refugiados es también una amenaza a la seguridad externa de los dos países, particularmente de Egipto, tal y como crudamente indicó Al Sisi. Miles de palestinos sin posibilidad de regresar a sus hogares y hacinados en el Sinaí desembocará sin dudas en tensiones y resistencias que se proyectarán hacia Israel.
Y tal y como el Estado judío ha hecho durante toda su historia, como por ejemplo en el Líbano, la respuesta a esa resistencia será con violencia, pero que en esta ocasión recaerá sobre territorio egipcio.
“Un gran número de refugiados en Sinaí, que se resisten a su desplazamiento, implica un frente abierto entre Israel y Egipto, y eso es algo que Egipto no quiere ni de lejos (...) Ni Jordania ni Egipto ven en un mayor desplazamiento de palestinos una solución a los problemas de raíz del conflicto. Al contrario, solo lo ven como una profundización del problema”, dice Sean Lee, politólogo de la Universidad Americana de El Cairo.
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Ambos países, que mantienen relaciones con Israel, son históricos mediadores en el conflicto y tienen un papel importante en la estabilidad regional.
Las posturas de firmeza ante imposiciones de Israel y de Occidente en general constituyen un punto de afirmación que refuerza el liderazgo tanto de Abdalá como de Al Sisi, en un contexto de debilidad política.
Ni Egipto ni Jordania quieren tampoco facilitar con la llegada de refugiados lo que son políticas de la extrema derecha israelí, que busca obtener la mayor cantidad de territorio en disputa con la menor cantidad posible de palestinos en ella.
“En términos domésticos, ambos tienen el problema de que ser vistos como cómplices de la profundización de la limpieza étnica de palestinos, eso puede ser peligroso de hecho para sus propios regímenes”, recordó Lee.
Por eso, el rey Abdalá II criticó tan duramente la noción de trasladar lo que son problemas “internos” de Israel para desestabilizar a sus vecinos, para también evitar ver que la única solución al conflicto pasa por “los dos Estados”.
Al mismo tiempo, numerosos organismos internacionales, entre ellos varias agencias de la ONU, consideran que la orden de evacuación de los civiles del norte de Gaza bajo fuego emitida por Israel es un principio de limpieza étnica.
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Para Egipto y Jordania, permitir la instalación masiva de refugiados es precisamente esto. “El temor es que a estos refugiados nunca se les permita regresar a Gaza. Y al mismo tiempo, eso aumentaría el número de palestinos fuera de la Palestina histórica. Así que eso es una de las primeras y más importantes consideraciones”, añadió Sean.
Los refugiados palestinos “temporales” en el Sinaí se convertirán en permanentes, pues Israel nunca les permitirá regresar, como ya hizo con los cientos de miles de palestinos que huyeron de sus territorios desde 1948.
Y si funciona en Gaza, Jordania, que acoge ya a millones de palestinos en su territorio, teme que el siguiente paso sea expulsarlos de Cisjordania y que se persiga una política de hechos consumados.
Eso sería “una declaración de guerra” para Jordania, según dijo ayer su ministro de Exteriores, Ayman Safadi.
Negativa. Egipto y Jordania se oponen a la idea del desplazamiento de cientos de miles de palestinos de la Franja hacia el Sinaí, pese a las presiones occidentales.