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Nueva York: los misterios del brutal asesinato de John F. Kennedy

Paul Landis, uno de los agentes de seguridad que seguían al auto presidencial, escribió un libro que desencadena nuevas preguntas.

larepublica.pe
Magnicidio. Instantes previos al asesinato del mandatario estadounidense. ¿Fueron uno o dos los francotiradores?. Foto: difusión

A 60 años de uno de los crímenes más recordados en la historia, el exagente del Servicio Secreto está dispuesto a compartir detalles de lo que recuerda del trágico episodio, sobre el cual se identificó a Lee Harvey Oswald como autor de los disparos.

Paul Landis estaba a solo unos metros del Lincoln en el que murió el presidente John F. Kennedy. Y según contó al New York Times, la imagen de su cadáver lo ha acompañado por décadas. La intensidad fue tan alta que, seis meses después del ataque renunció a la institución, abandonó Washington DC y se cambió varias veces de residencia, en distintos estados. Prefirió dedicarse al sector inmobiliario, venta de maquinarias y pinturas para casas.

Quería alejarse, tratar de olvidar, pero, hasta la actualidad, a sus 88 años, le es imposible.

The Final Witness. Foto: composiciónLR

Recién pudo leer sobre el asesinato cuando dejó de tener pesadillas relacionadas.

Y fue precisamente ahí cuando se dio cuenta de que sus recuerdos diferían de lo planteado por la Comisión Warren, la cual fue creada por el presidente Lyndon B. Johnson para investigar lo ocurrido ese 22 de noviembre de 1963.

Sus afirmaciones ponen en duda que una misma bala haya alcanzado a Connally después de herir a Kennedy, como había establecido la investigación.

Aquello abre espacio para un punto que ya se ha planteado con anterioridad en las conversaciones sobre este hecho histórico: la posibilidad de que haya habido más de un tirador.

Pese a que algunas de las aseveraciones que hace en su libro The Final Witness (Chicago Review Press, 2023) se contradicen con las declaraciones oficiales que dio tras el tiroteo, hoy quiere contar todo lo que vio e hizo ese día.

En este sentido, uno de los aspectos más controvertidos de sus memorias —próximas a estrenarse el 10 de octubre— es su versión de lo que ocurrió con una bala de 6,5 milímetros.

La Comisión Warren estableció que esta alcanzó al presidente por detrás, salió por delante de su garganta y luego alcanzó al agente Connally, para así herirlo en la espalda, el pecho, la muñeca y el muslo.

Los peritos llegaron a esa conclusión —en parte— porque el proyectil fue encontrado en la camilla en la que se presume que estuvo el gobernador en el hospital Parkland Memorial.

En este sentido, se dedujo que salió de su cuerpo mientras se hacían esfuerzos por salvarlo.

Aun así, ese planteamiento ha generado opiniones divididas, ya que hay escépticos que ven poco probable que haya podido tener tanto movimiento. Por eso, hablan, en un tono sarcástico, de “la teoría de la bala mágica”.

El exagente del Servicio Secreto —quien insiste en que no quiere potenciar ni cree en ninguna teoría conspirativa— asegura que el proyectil no se desprendió del cuerpo de Connally, sino que más bien quedó en el respaldo del asiento en el que iba el presidente.

De hecho, dice que fue él mismo quien encontró esa bala tras el ataque.

The Final Witness o El testigo final, si se traduce en bruto al español, no busca dar respuestas categóricas sobre qué ocurrió ese día, sino más bien presentar la perspectiva y los recuerdos de un testigo directo, tal como lo sugiere el título.

Además, abarca su experiencia cuidando a la primera dama y a los hijos del presidente hasta los meses posteriores al atentado, en los que él la escuchaba llorar aguantándose la reacción de querer consolarla.

“Querías decirle algo, pero no nos correspondía a nosotros decir nada”, recordó Landis.