Como si la situación se diera en algunos países de Europa en el siglo XVI, un grupo de mujeres acusadas de brujería pasan a ser desterradas sin su consentimiento a uno de los siete campamentos de brujas que existen en Ghana, donde deben vivir en condiciones inhumanas.
De acuerdo con la periodista Carmen Porter, estos espacios se originaron hace al menos 200 años. En ellos, cientos de féminas son desterradas por razones tan absurdas como haber tenido un mal embarazo, quedar viuda, sufrir algún tipo de enfermedad degenerativa como el alzhéimer o por el hecho de que sus maridos les hayan sido infieles.
De acuerdo al medio El País, en el campamento de Yandi (Ghana) viven en aislamiento unas 183 mujeres. Foto: El País/Melissa Silva
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En estas antiguas creencias, se expulsan a las mujeres luego de un estrambótico ritual ejecutado por un tindana, quien les realiza un exorcismo tras acusarlas de ser las responsables de las muertes de sus maridos. En muchos casos, son los propios hijos varones de estas los que “encierran” ahí a sus madres para quedarse con las pertenencias del padre fallecido.
Según el medio El País, Azara Abudcelai es una de las mujeres que llegó al campamento hace más de dos décadas. Ella trabajaba con su esposo en la fabricación de aceite comestible, que vendían con éxito en los mercados de Accra, capital de Ghana. Un negocio que les permitió pagar los estudios de sus cuatro hijos y contar con una casa en buenas condiciones. Pero, tras la muerte de su sobrino, fue acusada por su cuñado de ser la responsable de “echar mal de ojo” al joven, por lo que de inmediato la tacharon de bruja.
Azara Abudcelai, mujer que fue llevada por su esposo a un campamento para salvarle la vida. Foto: El País/Melissa Silva
Por ello, una noche, cuando todos dormían, su marido le dijo que debía irse o, si no, la matarían. De esta manera, él la llevó a un el campamento donde la visitaba cada domingo, hasta hace dos años, cuando murió.
La representante de la organización Actionaid, Adwoa Kwateng, indica que el acceso a la justicia es nulo y deben buscar cada una su propia comida y agua en una región donde abunda la sequía.
A finales del 2014, el Ministerio de Género, Infancia y Protección Social de Ghana ordenó el cierre de los campamentos de brujas. Asimismo, el Gobierno estableció una política de reintegración de las ciudadanas con sus familias y se comprometió a generar escenarios de reconciliación.
Mujeres pertenecientes a uno de los campamentos de brujas en Ghana. Foto: El País/Melissa Silva / Elsa Egea
Sin embargo, el 80% de las 45 féminas que fueron liberadas en un inicio debieron huir nuevamente de sus hogares. “Las mujeres se encontraron con un escenario de discriminación, algunas se sintieron desprotegidas y no hubo presencia policial en ningún momento”, comentó Ken Addae, coordinador de la ONG Anti-Witchcraft Campaign Coalition-Ghana.